Aunque unas diez horas más tarde de lo previsto, Bernardo Arévalo de León juró finalmente su cargo a primera hora del lunes como nuevo presidente de Guatemala para el periodo 2024-2028. Antes del turno de Arévalo, 160 diputados juraron sus cargos, lo que alargó la ceremonia más de lo previsto.
Debido a los retrasos, el Rey de España, Felipe VI, y el Presidente de Chile, Gabriel Boric Font, tuvieron que abandonar el país sin presenciar la juramentación.
Los movimientos sociales denunciaron que algunos miembros de la legislatura saliente intentaron obstaculizar la toma de posesión de Arévalo. También maniobraron contra Arévalo la Fiscalía y algunos jueces, según se informó. Según algunos legisladores, el retraso pretendía ser un golpe de Estado. El 1 de septiembre del año pasado, Arévalo acusó a la fiscal general Consuelo Porras de querer impedir su investidura.
El pueblo de Guatemala ha demostrado su sabiduría, e instituciones como la Corte de Constitucionalidad y el Tribunal Supremo Electoral han protegido el deseo soberano de los guatemaltecos de vivir en democracia, dijo el presidente en su primer discurso.
Arévalo recibió la banda presidencial de manos del presidente del Congreso, Samuel Pérez Álvarez, quien también fue nombrado en su cargo este domingo. El presidente saliente, Alejandro Giammattei, argumentó que debía entregar su cargo a más tardar antes de la medianoche del domingo, por lo que envió los símbolos institucionales al Congreso a través de su secretario.
Arévalo de León y Pérez Álvarez son dos de los fundadores del Movimiento Semilla, el partido nacido de las manifestaciones anticorrupción en el país centroamericano en 2015 que llevaron a la caída del Gobierno de Otto Pérez Molina, actualmente en prisión.
Es gracias a los jóvenes de Guatemala, que no perdieron la esperanza, que hoy puedo hablarles en este podio, dijo Arévalo al tiempo que agradeció a los pueblos indígenas por defender la democracia guatemalteca.
El recién investido presidente prometió en su campaña la llegada de una nueva primavera, como la que protagonizó el gobierno de su padre, Juan José Arévalo Bermejo, entre 1946 y 1951.
Desde que quedó segundo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y pasó así a la segunda ronda, Arévalo y su movimiento sufrieron el acoso de la Fiscalía y también por parte de magistrados del Tribunal Supremo Electoral, en un intento de revertir su victoria en las urnas.