Por Graham Bound (*) - La casualidad quiso que en un centro de anticuarios en West Sussex, los Amigos del Museo y Archivo de las Islas Falkland, FIMA, pudiera adquirir un raro artefacto vinculado al buque de investigación RRS Discovery y la labor científica que desarrollara durante la década del veinte del siglo pasado para el gobierno de las Islas Falkland.
Los científicos y tripulantes a bordo de la nave fueron pioneros en la investigación sobre poblaciones de ballena y sus hábitats, que contribuyeran de gran forma en la conservación de ballenas de los océanos del sur.
El artefacto es una suerte de dardo del tipo que se usaba para etiquetar a los animales. Un cartucho de salva, más moderno, ha sido adherido al dardo para ilustrar la forma bastante brutal mediante el cual se adherían las etiquetas a las ballenas.
Empero el dolor mínimo sufrido por cada mamífero cetáceo lo valía pues los datos recogidos por los científicos en el RRS Discovery permitían hacerse un panorama de costumbres y hábitos de las ballenas, y la persecución que sufrían a manos de los balleneros.
Las investigaciones confirmaron que medidas de conservación se necesitaban de urgencia. Fue el comienzo del movimiento para la conservación de las ballenas, que afortunadamente ha permitido el renacimiento de muchas especies en los mares del sur.
El RRS Discovery en verdad quizá resulte mejor conocido por sus exito eas expediciones exploratorias a la Antártica entre 1901 y 1904. Pero se puede con derecho, argumentar que los años dedicados a trabajar para el gobierno de las Falklands fueron igualmente de importantes. La histórica nave ahora está preservada en Dundee, donde fuera construida, y a nuestros días en la popa se puede leer la inscripción Port Stanley, donde estaba registrada y permanece en dicho Registro.
El Museo de las Falklands con meticulosa artesanía ha reconstruido un modelo a escala del Discovery. El dardo con la etiqueta serán muy pronto enviados al Museo de las Falklands lo cual permitirá ilustrar la importante labor de investigación realizado por la nave hace unos 100 años. Por más información sobre el RRS Discovey se puede recurrir a, National Historic Fleet UK.
Digamos como agregado sobre la necesidad de la conservación de ballenas que de acuerdo a Cool Antarctica cuando comenzó la caza de ballenas en Antártica, había llegado al estado de industrialización mediante los arpones con explosivos y botes rápidos de alcance a los cetáceos heridos de muerte.
Los barcos eran enviados a los mares del sur para cazar cuantas ballenas se pudieran, sin consideración alguna hacia la especie a largo plazo o la protección de dicha zona. El saqueo de las ballenas antárticas era más afín a la minería descontrolada, ya que en las zonas de caza ni se pensaba en los recursos renovables.
Como resultado de ello, se logró casi decimar la totalidad de las especies de ballenas en el mundo, a tal extremo que hoy en día, décadas después que la finalización de la caza comercial de ballenas cesara, la mayoría de manadas de las distintas especies permanecen a niveles previos al gran comercio y matanzas.
La caza de ballenas a gran escala comenzó por 1904 con la construcción de una gran planta procesadora en Grytviken en Georgia del Sur. A esto siguieron una serie de estaciones costeras operativas bajo alguna forma de regulación sobre el número de animales cazados. El procesamiento de los animales era muy ineficiente al principio pues a las ballenas se les extraía la grasa junto a los barcos factoría y los restos quedaban flotando en el mar. Hay lugares en torno a la Antártica e islas sub-Antárticas tal el caso de Georgia del Sur, en que las playas están cubiertas de huesos de ballenas, y en otros las playas están hechas tan solo de esas osamentas, de esos osarios.
En 1925 los primeros barcos factoría se construyeron de forma que la caza y aprovechamiento total de las ballenas se hiciera en alta mar. Esto significó también que los balleneros ahora no operaban dentro del territorio de país alguno y consecuentemente no existían reglas en cuanto al tamaño, especie, edad o sexo (incluyendo madres amamantando sus cría) de ballenas a sacrificar.
Al principio se buscaban las ballenas jorobadas pues eran de nadar lento y generalmente lo hacían próximo a la costa y por tanto fáciles de cazar. Pero a medida que los grupos de balleneros pudieron operar lejos de puertos con naves más rápidas la caza se centró en las ballenas azules, las cuales se volvieron las preferidas, aún con números declinantes. Así fue que la atención se volvió hacia las Rorcual primero, y luego las Sei, a medida que progresivamente se perdía la rentabilidad del negocio.
La caza de estas dos últimas especies se prohibieron tras un acuerdo internacional de fines de los años setenta, en tanto las naciones (Japón, Islandia, Noruega) que continuaron con la caza de ballenas se centraron en las más chicas, las rorcual minke.
(*) Graham Bound, colaborador desde Londres del Penguin News