Por Graham Bound (*) - Era 1943, y mientras Europa seguía inmersa en la guerra, el gobierno británico lanzó la Operación Tabarin, una misión secretísima a lo que era entones las Dependencias de las Islas Falkland, y hoy conocemos como el Territorio Antártico británico.
De haber ganado la guerra Alemania nazi, como algunos creían, y montado una base de submarinos en la península Antártica, sería la cual los hombres de la misión Tabarin tendrían que destruir? Pero la verdad era más mundana.
El objetivo de Tabarin era asegurarse un punto de apoyo británico en la Península Antártica antes que los argentinos hicieran lo mismo.
Había tareas científicas y meteorológicas que cumplir, aunque en verdad la Operación Tabarin era como adueñarse de tierra: botas en tierra, flamear la bandera y decirle a Buenos Aires 'para atrás'.
La operación se concibió por hombres en trajes grises, en oficinas grises de Whitehall, que con seguridad guardaban cierto olorcillo a repollo hervido. Pero también vino inspiración de un lugar más exóticamente perfumado, los audaces clubes nocturnos de Paris, en particular el famoso Bal Tabarin el cual estaba provisto de las mujeres más encantadoras, atléticas y hermosas de París.
Porque denominar una expedición polar, rebosante de testosterona, como un club que representaba los encantos femeninos de Paris? Quizá los hombres que habían transferido silentemente del teatro de combate en la Segunda Guerra Mundial a la exploración Antártica habían disfrutado del Tabarin en épocas más tranquilas, y los recuerdos de las muchachas hacían brotar sonrisas mientras soportaban ráfagas lacerantes de tormentas.
Eso fue hace unos ochenta año y lo más probable es que no queden veteranos de la Operación Tabarin entre nosotros. Recuerdo a uno solo, John Blyth, padre de otra frecuente contribuidora al Penguin News, Gail Steen.
Las bailarinas de largas piernas al aire de Pigalle, es probable que también se hayan ido. Pero los Amigos del Museo y Archivo de las Falklands recientemente encontraron y adquirieron un raro broche, al igual que una colección de fotos suvenir del Bal Tabarin. Recuerdos que nos brindan un encantador aire del club en sus mejores días.
El material es algo más que audaz como se puede apreciar de las ilustraciones que son de época. Y mereced a la gentileza de Roy McGill de South Atlantic Trading, ya se encuentran camino a las Falklands.
(*) Graham Bound colaborador desde Londres para el Penguin News