Al menos 12 personas murieron en la localidad venezolana de El Callao tras el derrumbe de una mina de oro cerrada como consecuencia de las fuertes lluvias que afectan a la zona, se informó este sábado. Al día de hoy tenemos 12 muertos, que ingresaron a una mina que estaba cerrada hace mucho tiempo, dijo el secretario de Seguridad Ciudadana del estado Bolívar, Edgar Colina Reyes. La mina se inundó por las lluvias, lo que provocó que estos mineros artesanales perdieran oxígeno y murieran por insuficiencia respiratoria, explicó.
”Tenemos funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), patólogos, luego del reconocimiento por parte de los familiares irán al cementerio porque los cuerpos están bastante descompuestos”, agregó Colina Reyes.
En 2021, el derrumbe de una galería en una mina de la misma zona causó un muerto, mientras que otras 34 personas pudieron ser rescatadas.
La iniciativa venezolana Proyecto Educación, Producción y Ambiente (EPA) denunció en febrero de este año que el sur del país está seriamente expuesto al mercurio como consecuencia de la minería ilegal que se desarrolla en la zona.
El mercurio está causando graves problemas al medio ambiente, provocando envenenamiento del aire y del agua. El sur de Venezuela está seriamente expuesto por este elemento, debido a la minería ilegal realizada por organizaciones criminales, señaló el Proyecto EPA.
En el caso de las zonas afectadas del sur de Venezuela, los efectos del mercurio han causado la muerte de indígenas y mineros.
La minería de oro, tanto legal como ilegal, abunda en el sur del país. Los mineros suelen trabajar en condiciones difíciles y los accidentes son frecuentes. Amplias zonas de esta región son presa de bandas criminales armadas.
El Arco Minero del Orinoco está plagado de violencia y envuelto en el secretismo porque muchas minas operan casi al límite o al margen de la ley. Estos lugares ofrecen trabajos lucrativos a venezolanos de a pie, que se enfrentan a condiciones terribles.
En una mina subterránea del estado de Bolívar (al sur del país) se utiliza dinamita para hacer estallar rocas a unos 80 metros de profundidad y los trabajadores descienden a diario para trabajar bajo un calor sofocante y sin equipo de protección.
Los mineros suelen empezar el día atándose a un grueso cable de acero, del que se agarran como pueden mientras descienden unos 60 metros por un pozo, por el que entran en un mundo donde la única luz disponible es la de las lámparas que llevan en la cabeza.
Llevan pantalones cortos y chanclas o botas de goma y tienen que agacharse para avanzar 20 metros por una especie de rampa. Allí recogen piedras, las echan en sacos transportados en un carro, las suben a la superficie con poleas y las llevan a un molino.
Por ley, aproximadamente la mitad del oro extraído debe ir a parar a las arcas del Estado, pero la minería ilegal ha ido en aumento. Los defensores de los derechos de los trabajadores afirman que no se respetan las leyes laborales y abundan las violaciones de los derechos humanos. Además, la violencia entre bandas rivales ha obligado a muchos mineros a reconsiderar su oficio.
(Fuente: Infobae)