El desplazamiento y el transporte en las Islas Falkland previo a la década de 1990, ha sido analizado de forma muy interesante, e ilustrado en una doble página reproducida en el semanario Penguin News. El material fue extraído, merced a la generosa aprobación de los autores Joan Spruce y Natalie Smith de un libro que habla del patrimonio rural de las Falklands incluyendo citas y situaciones de interés histórico, en tanto las fotos fueron provistas, también con el apoyo del Museo de las Falklands y el Fondo de las Artes de las Islas y otros contribuyentes.
La nota empieza explicando que previo a la red de carreteras de grava trazadas en las Islas en la década de 1990, viajar en el Campo, o sea zona rural de las Falklands era asunto muy distinto y serio. Si bien existía una suerte de senda entre la capital Stanley y Darwin, el asentamiento más grande de las Islas, allá por los años 1920, y otras similares a ciertas estancias/asentamientos, viajar en aquellos tiempos era en los hechos a campo traviesa.
Al principio desplazarse en la zona rural de las Islas (en verdad todas las Islas fuera de la capital) se realizaba a caballo o mediante el arrastre de algún medio con ruedas de carreta que servían para el transporte de mercaderías. Los carros eran tirados por bueyes pero fundamentalmente caballos, en tanto algunos carruajes más livianos se encargaban de llevar a la gente en viajes cortos. Cargas también se llevaban en caballos en 'maletas' (palabra en español adoptada por los 'gauchos' de las Islas) o mochilas de distintos tamaños. Los caballos también tiraban de precarios armados que se deslizaban por los suelos de las Islas, costumbre que continuó aún con la aparición de tractores. Varios caballos todos enganchados en fila cargaban las maletas con mercaderías en caravanas que se denominaban cargueros (otra palabra del diccionario bilingüe rural de las Islas). Según se cuenta en el libro la caravana de cargueros más larga aparentemente llegó a involucrar a unos cien equinos.
Con el tiempo las sendas de los jinetes, de los carros y de las cargas vinculando estancias se hicieron muy conocidas y por tanto relativamente fáciles de seguir. El cruce de cañadas, arroyos y cursos de agua se conocían como los pasos. (Español rural).
Eventualmente llegaron los vehículos motorizados y desplazarse en las Islas se convirtió en una combinación de ruedas de autos y sendas. Los Jeep americanos seguían por las sendas de los tractores a keroseno, luego vinieron los Land Rover, los camiones y hasta algunos transportes a oruga para arrastre de cañones que se compraron a los británicos, y que habían quedado en el apostadero militar de las Islas tras la Segunda Guerra Mundial, si bien las orugas solían saltarse en terrenos inclinados.
Con la era de los vehículos las sendas en el Campo quedaron bien marcadas, aunque por el terreno turboso se desviaban en algo de las sendas originales de los jinetes. El vocabulario también cambió, se empezó a hablar de surcos, cruces, terrenos pantanosos, cenagosos y otras expresiones como quedar empantanado, arrastre con soga y/o cadena, des-empantanar, tablones y puentear.
Los últimos dos referían a tablones cortos de madera dura los cuales se cruzaban sobre una zanja o depresión o terreno realmente fangoso, y permitían un cruce sin mayores problemas.
Los conductores ya se estaban acostumbrando al nuevo trazado rural y como desplazarse cuando surgió un nuevo obstáculo, las sangrías o zanjas Búfalo. Para drenar los campos bajo agua y fangosos, tres máquinas Búfalo de hacer zanjas y sangrías fueron puestas en marcha en los años cincuenta. Cavaron largas zanjas, profundas, bastante anchas en toda la zona rural afectada. Y si bien resultaron exitosas para drenar suelos, también tenían sus contra efectos. Las ovejas caían en las zanjas y muchas veces no podían salir, y los conductores tenían que ingeniárselas para cruzar sin quedar empantanados. El sistema más práctico era conducir cruzando suavemente en ángulo una rueda por vez en la zanja. La mayoría de las zanjas de han ido cerrando y han sido cubiertas por pastizales, y por tanto es posible que algún conductor distraído se trague alguna si no la ven a tiempo.
Si bien a muchos en las Falklands les encanta conducir a campo traviesa, como era antes, poder hoy en día hacerlo por medio de una red de carreteras es algo realmente tan extraordinario como sorprendente.