Autoridades francesas están investigando la presunta existencia de más de 110.000 certificados de vacunación falsos contra COVID-19, que se requieren para ingresar a restaurantes, lugares culturales o viajar en transporte público de larga distancia.
El ministro del Interior, Gerard Darmanin, dijo que se han abierto unas 400 investigaciones desde que se introdujeron los pases por primera vez hace aproximadamente medio año, lo que provocó más de 100 arrestos entre compradores y emisores de esos documentos.
El problema con los pases de salud falsos es que a menudo es en complicidad con médicos o enfermeras reales, explicó Darmanin en una entrevista televisiva.
Pero si las personas que tienen un pase falso reconocen sus errores y se vacunan, seremos indulgentes, pero si no lo hacen, los condenaremos, agregó el ministro en Twitter.
Ya se han dictado algunas penas de7 prisión, especialmente para los usuarios de pases, dijo Darmanin, quien enfatizó que usar o falsificar pases de vacunación podría implicar hasta cinco años de prisión.
Un médico de Cantal recibió la semana pasada una sentencia de prisión condicional de seis meses, además de una prohibición de cinco años para practicar la medicina y una multa de7y 40.000 euros por emitir 35 pases de salud falsos este año.
El condenado, de 75 años, que dijo que no cobraba a sus pacientes por sus certificados, comparó la campaña de vacunas llevada a cabo por el gobierno con una terapia génica. También admitió que había dado pases falsos a los cuidadores que trabajaban en hogares de ancianos.
Otro médico de Val-de-Marne fue acusado y puesto en prisión preventiva en noviembre por sospecha de haber vendido al menos 220 pases falsos.