El Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN), el grupo armado más grande que queda en el país, advirtió al gobierno que el asesinato de uno de sus líderes a principios de esta semana no quedaría impune.
Ángel Padilla Romero, también conocido como “Fabián”, murió en un hospital de Cali a causa de sus heridas luego de un bombardeo militar, anunció el gobierno el martes.
El Ejército de Liberación Nacional (ELN) dijo en un comunicado que haría uso desproporcionado de fuerza y explosivos en respuesta al ataque.
Para el gobierno colombiano, matar a Fabián fue una de las operaciones más importantes contra el ELN en los últimos años. El jueves, el presidente Iván Duque dijo que el país no se dejaría intimidar por las amenazas de los grupos armados. “Como comandante supremo de las fuerzas armadas… quiero decirles que nunca cederemos ante ninguna amenaza de grupos armados. Los estamos combatiendo y seguiremos combatiéndolos con toda nuestra determinación”, dijo Duque.
Se cree que el ELN tiene unos 2.300 combatientes activos en las zonas rurales donde opera, la mayoría de las veces contra objetivos del gobierno, aunque algunos civiles han resultado heridos. Después de un acuerdo de paz de 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el ELN se convirtió en la amenaza interna más antigua y más fuerte contra el gobierno de Bogotá, a medida que surgen nuevos grupos disidentes.
Se estima que unos 1.900 combatientes rebeldes colombianos operan desde la vecina Venezuela. Muchos comandantes y tropas de las FARC no se unieron al acuerdo de paz.
“Colombia enfrenta un sistema de diferentes grupos, células y redes de diferentes tamaños y capacidades de poder, que tienen la posibilidad de desafiar la seguridad nacional”, dijo a Al Jazeera Oscar Palma, profesor de la Universidad del Rosario de Bogotá y experto en temas de seguridad nacional.