El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, conmemoró el miércoles el 57 aniversario del último golpe de estado en el país, al tiempo que legisladores de la oposición solicitaron al Congreso el juicio político del Jair Bolsonaro por su manejo de la pandemia de coronavirus.
En este día, hace 57 años, la población brasileña, con el apoyo de las Fuerzas Armadas, impidió que el Movimiento Comunista Internacional se apoderara de Brasil. ¡Fuerza y Honor!, dijo el general retirado del ejército Mourao. El propio Bolsonaro es un capitán del ejército retirado.
Ambos líderes apoyan el levantamiento que derrocó al presidente electo democráticamente Joao Goulart para instaurar una dictadura militar que duró hasta 1985.
El recién nombrado ministro de Defensa, General Walter Braga Netto, también había expresado este martes su reivindicación del alzamiento: El movimiento de 1964 es parte de la trayectoria histórica de Brasil, por lo que los hechos de ese 31 de marzo deben entenderse y celebrarse, declaró Braga Netto horas después de su juramento.
Braga reemplazó al general en actividad Fernando Azevedo e Silva, quien fue respaldado por los jefes de estado mayor de las tres fuerzas armadas que entregaron sus renuncias en apoyo, desatando una crisis político-militar sin precedentes.
Mientras tanto, el gobernador del estado de Sao Paulo, Joao Doria, condenó los hechos de 1964: No tenemos nada que conmemorar; tenemos que trabajar en la resistencia democrática, dijo Doria, del centrista Partido Socialdemócrata Brasileño, que se opone a Bolsonaro y anhela postularse a la presidencia en 2022.
”El mayor deseo (de Bolsonaro) es ser dictador (...), tiene una vocación extrema por el autoritarismo”, dijo Doria.
El diputado Paulo Teixeira, del Partido de los Trabajadores (PT), dijo que Bolsonaro desató la crisis militar porque está apostando a cuanto peor, mejor para llevar al país al caos, y desde allí intentará dar un golpe de Estado.
Los senadores Ranfolfe Rodríguez, del partido de centroizquierda Sustainability Network, y Paulo Prates, del Partido de los Trabajadores, buscaban la destitución de Bolsonaro, apoyados por el congresista Alessandro Molon, del Partido Socialista Brasileño de centroizquierda, y su colega, Marcelo Freixó, de la izquierda. -Ala del Partido Socialismo y Libertad.
Por su parte, Bolsonaro insistió: La gente tiene que volver a trabajar a pesar del colapso de la salud que está sacudiendo a Brasil, y pidió a los gobernadores que retiren las cuarentenas impuestas localmente. La restitución del derecho al trabajo es fundamental, agregó desde el Palacio de Planalto en Brasilia.
El ministro de Salud, Marcelo Queiroga, también designado hace menos de una semana, recomendó el distanciamiento social en Semana Santa, aunque sin avalar cuarentenas y toques de queda, luego de su primera reunión del comité Covid-19.