En una reciente nota histórica se recordó que la capital de las Islas Falkland, Stanley sufrió dos deslizamientos de turba enlodada, 1878 y 1886, que arrasaron con todo a su paso.
El motivo de esos desastres se inició en la cresta de la colina donde los primeros habitantes del entonces asentamiento extraían los ladrillos de turba, que eran el combustible utilizado en las Islas hasta no hace tantas décadas.
Stanley en aquel entones no llegaba hasta la altura de la cresta y se trataba de tierras comunitarias a las cuales todo el pueblo tenía acceso.
En efecto, la capital de las Falklands yace sobre la ladera norte de dicha altura hasta alcanzar el mar, un área protegida, Stanley Harbor, excelente refugio para las embarcaciones que llegaban a las Islas, castigadas por los constantes vientos del Atlántico sur.
Pero como esas canteras de turba-energía yacían a corta distancia del asentamiento, resultaba muy cómodo cargar carros con los ladrillos para suministrar a los vecinos. Pero la desprolija extracción de la turba, sin sangrías para el desagote de agua acumulada, también contribuyó a crear masas lodosas e inestables que con el tiempo desbordaron.
Y así fue que esas masas espesas de turba con agua se deslizaron por la pendiente arrasando y destruyendo todo lo que encontraban a su paso.
El primer accidente ocurrió el viernes 29 de noviembre de 1878, sobre medianoche cuando esa masa de unos dos metros de espesor, desplazándose a unas cinco millas por hora llegó hasta el mar. Como consecuencia Stanley quedó dividida en dos, con vivienda inundadas, jardines y cercas arrasados. Una destrucción inimaginable.
Una sangría se construyó en la cresta para desagotar el agua acumulada en las canteras de ladrillos de turba, en dirección sur, pero desafortunadamente otro deslizamiento se produjo un 2 de junio de 1886, con resultados aún peores, apenas 200 yardas al oeste del primer desborde.
Ian Strange en su libro Las Islas Falkland cita al gobernador Arthur Barkly, un torrente de turba semilíquido de unas cien yardas de ancho y cuatro a cinco pies de profundidad fluyó de golpe por el asentamiento hasta el puerto, bloqueando calles, hasta terminar de aprisionar por completo a los habitantes. Afortunadamente esa noche era lluviosa y tormentosa, casi todo el mundo estaba en sus hogares, y los pocos en las viviendas arrasadas escaparon a tiempo.
Un niño desafortunadamente fue sofocado por la avalancha y su cuerpo fue recuperado más tarde, pero no se sabe de otras pérdidas humanas. Empero por la mañana todavía permanece desaparecido un hombre mayor y se teme que también haya muerto ya que parte de su vivienda quedó casi sumergida por la turba lodosa”.
En definitiva dos personas murieron por el deslizamiento de la turba y varios edificios emblemáticos del entonces asentamiento terminaron arrasados, entre ellos la iglesia de la Santa Trinidad. Posteriormente surgió la propuesta que dicho espacio fuera utilizado para erigir una nueva iglesia aprovechando los materiales dejados por el desastre, y es donde ahora luce la Catedral Iglesia de Cristo, punto de referencia para las embarcaciones que ingresan al puerto de Stanley. .
Las fotos que acompañan la nota muestran a personas en la cresta donde la cantera de turba que produjo los desastres, y el torrente de lodo y turba que se lanzó a lo largo de Philomel Hill.
Una pintura de 1878 desde la costa opuesta de Stanley muestra por donde se produjo el deslizamiento y la destrucción que produjo. Las ilustraciones pertenecen a la colección de la Falkland Islands Company y del Archivo Nacional Jane Cameron.