El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó que el coronavirus está sobreestimado, que descree del cierre de fronteras como medida paliativa y que intentará “no frenar la economía”, al tiempo que descartó la posibilidad de ser sujeto a un juicio político pese a que se declaró “amenazado” por el Congreso, cuyos líderes lo acusaron de irresponsabilidad pública.
Bolsonaro dijo que prefiere cuidar la economía antes que tomar medidas de reducción de la circulación en la vía pública como sus vecinos sudamericanos y afirmó que Brasil se diferencia de Europa porque tiene menos personas de la tercera edad, que son las que desarrollan las formas más graves de la enfermedad, muchas veces mortales.
El líder derechista dijo no arrepentirse ni tener miedo de haber sido contagiado con coronavirus durante el saludo que dio el domingo en la puerta de la casa de gobierno a decenas de manifestaciones que le pedían una dictadura militar y el cierre del Congreso.
“No voy a aislarme cinco días con los problemas que tiene Brasil. Yo le doy la mano al pueblo”, afirmó a Radio Bandeirantes.
Bolsonaro está en cuarentena desde que el martes pasado volvió de Estados Unidos con al menos cuatro miembros de su comitiva infectados, y debe someterse a un nuevo análisis esta semana. Sin embargo, rompió el protocolo de su propio ministro de Salud, Luiz Mandetta.
Hasta este lunes, Brasil tenía registrados oficialmente 234 enfermos de Covid 19, pero los gobiernos de San Pablo y Río de Janeiro están comandando las acciones de bloque de circulación de personas adoptadas por otros países de la región.
En Río, la Secretaría de Salud estima que a fines de abril podrá haber 25.000 casos; en Sao Paulo el peor escenario son 45.000, según los expertos que trabajan con el gobernador Joao Doria.
El gobernador de Río, Wilson Witzel, y el paulista Doria, apoyaron a Bolsonaro en 2018, pero hoy son blanco de la hostilidad del presidente. Ambos suspendieron clases y limitaron los eventos, e incluso en Río hoy comenzaron a desalojarse las playas, las más famosas del país.
Bolsonaro no quiso comentar la declaración de su superministro de Economía, Paulo Guedes, quien citó un informe del Banco Central de Brasil que indica que la crisis sanitaria en Brasil será peor que en Italia.
“No se puede prohibir esto y aquello, se quieren prohibir cruceros. No se puede caer en la histeria, y ahora me quieren culpar por la diseminación del virus. Si la economía para habrá un caos mayor que el virus. Y si termina la economía se termina el gobierno, eso es lo que quieren”, afirmó.
Citó directamente al titular de Diputados, Rodrigo Maia, y del Senado, Davi Alcolumbre. Ambos tienen en su cajón pedidos de impeachment contra Bolsonaro y depende de ellos darle curso.
“No hay espacio para impeachment -afirmó Bolsonaro- porque el pueblo no lo está pidiendo”, afirmó, y dijo que su caso no es el de Fernando Collor de Mello (por corrupción) ni el de Dilma Rousseff, por violar la ley fiscal.
“Eso sí, desde que asumí que estoy en el rincón del ring recibiendo golpes”, afirmó.
Bolsonaro dijo que “cerrar fronteras es imposible” y puso como ejemplo que el fútbol no podría haber parado -con público- para no perjudicar al que vende gaseosas o a los que “te estacionan el auto”.
Admitió que los más ancianos estarán vulnerables al virus.
En ningún momento citó el mega-operativo que está desplegando el Sistema Único de Salud para reforzar a los centros médicos, convocando incluso a los cubanos que se quedaron a vivir en Brasil que formaban parte del programa Más Médicos, que había instalado Rousseff y al que combatió por ser espionaje.
Durante la entrevista con Radio Bandeirantes, Bolsonaro tosió algunas veces. Dijo que era por el reflujo, que no tiene coronavirus.