Sin una arruga, la Barbie cumple 60 años en 2019: rubia o morena, esbelta o rellena, princesa o bombera, la muñeca no deja de seducir a las niñas, en un constante esfuerzo por mantenerse vigente y a pesar de las controversias.
”En una industria donde un éxito dura actualmente de tres a cinco años, 60 años es sumamente importante”, dijo Nathan Baynard, director de mercadeo global de la muñeca.
A pesar de la competencia cada vez más feroz, cada año se venden 58 millones de ejemplares en más de 150 países. Es una marca tan conocida como Coca Cola o McDonald’s, explicó el directivo en diciembre, durante una visita privada al centro de diseño del grupo Mattel en El Segundo, un suburbio de Los Ángeles.
Desde su presentación en el Salón del Juguete de Nueva York, el 9 de marzo de 1959, se han vendido más de 1.000 millones de estas muñecas.
Su “madre” es nada más y nada menos que la cofundadora de Mattel, Ruth Handler, que tuvo la idea al mirar crecer y jugar a sus propios hijos. “Su hija Bárbara tenía una opción limitada para sus juguetes, solo había muñecas de bebés con las que el único papel en el que podía proyectarse en sus juegos era el de madre, ama de casa, mientras que su hijo podía imaginarse como astronauta, piloto, cirujano... Todas estas posibilidades estaban fuera del alcance de la niña en la industria del juguete”, describió Baynard.
Así es como ella creó “Barbie” (diminutivo del nombre de su hija), una muñeca adulta con formas muy femeninas, para “mostrar a las niñas que podrían convertirse en lo que quisieran”, siguió el ejecutivo. “¡En 1959 fue una idea radical!”.
El éxito fue inmediato: el primer año se vendieron 300.000 unidades.
Su aspecto de modelo “pin-up”, típica de la época, no hacía de Barbie un modelo de feminismo. “Su estructura corporal fue exagerada para adaptarse a la estética de la época”, dijo Carlyle Nuera, una de las diseñadoras de la muñeca.
Sus medidas poco realistas han sido revisadas desde entonces por Mattel, pero en general la Barbie, arquetipo de la rubia californiana, ha sido criticada a lo largo de los años por proyectar una imagen de mujer superficial, fomentar la anorexia y deformar la imagen de la mujer desde la más tierna edad.
Pero para M. G. Lord, autor del libro de referencia “Forever Barbie”, es una impresión injustificada. La Barbie “es lo que la niña quiere que sea”. “Cómo una niña ve a una muñeca Barbie se enmarca en cómo la madre se siente sobre la idea de feminidad, el problema no es una muñeca de 28 centímetros, el problema es cultural”.
Barbie se convirtió en astronauta en 1965, cuatro años antes de que Neil Armstrong pisara la Luna, y su primera versión negra fue lanzada en 1968. En la actualidad, 55% de las muñecas vendidas “no tienen cabello rubio ni ojos azules”, señaló Lisa McKnight, directora general de la marca Barbie en el mundo.
En el centro de El Segundo, en un hangar poco glamuroso ubicado entre el aeropuerto de Los Ángeles y una autopista, un centenar de personas trabajan sin cesar para crear nuevos prototipos. A partir de un boceto trazado por los diseñadores, cada paso es hecho de manera meticulosa: la muñeca es creada en una impresora 3D, luego se le pintan los rasgos faciales, se le coloca cabello y ropa.
El proceso puede tardar entre 12 y 18 meses, antes de que una nueva Barbie abandone los talleres californianos para ser enviada a las plantas de Mattel en China e Indonesia para su fabricación en masa. “Algunas veces la ves en la estantería y recuerdas: ’Ah, sí, esa la diseñé yo’”, expresó Nuera.