Los sacerdotes australianos ya no podrán usar el secreto de confesión para evitar denunciar a la policía informaciones reveladas sobre abusos sexuales de menores de edad, una recomendación que desató la inmediata reacción de la Iglesia católica.
Se trata de una de las 85 recomendaciones de la Comisión Australiana de Investigación sobre la respuesta de las instituciones a los abusos sexuales cometidos contra menores, detalladas en un reporte, elaborado tras cuatro años de audiencias. Las recomendaciones están destinadas a reforzar el sistema penal para asegurar un tratamiento más justo a las víctimas de abuso sexual.
Se trata de la investigación más profunda sobre la pedofilia en la historia de Australia, que indagó a iglesias, entidades de beneficencia, gobiernos locales, escuelas, organizaciones comunitarias, grupos de “Boy Scout”, club deportivos y hasta la policía.
Los datos finales de las audiencias indican que el 7% de los sacerdotes católicos de Australia está acusado de haber cometido abuso a menores desde 1950 hasta el presente. Si las recomendaciones son adoptadas por los gobiernos federales y estatales, la denuncia derivará en un delito penal.
“Se recomienda que no haya excepciones, excusas, protección o privilegios concedidos el clero que no de cuenta de la información obtenida en relación a una confesión religiosa”, sostiene el texto. “El derecho a practicar creencias religiosas se debe adecuar a las obligaciones de la sociedad civil de garantizar la seguridad de todos, en particular a los menores, en materia de abusos sexuales. Referir a la policía informaciones sobre el abuso de menores es crucial para asegurar su protección”, subraya.
La reacción a este reporte de las jerarquías católica y anglicana, que invocan la objeción de conciencia, fue inmediata.
El arzobispo católico de Melbourne, Denis Hart, sostuvo que está dispuesto a ir a la cárcel antes que revelar contenidos de las confesiones y afirmó que “la santidad de las comunicaciones con Dios durante la confesión debe estar más allá de la ley”. En el mismo sentido se expresó el arzobispo de Brisbane, Mark Coleridge, según el cual la relación entre sacerdote y penitente “es distinta de cualquier otra, porque el penitente no le habla al sacerdote sino a Dios y aquél es solo un mediador”.
Por su parte, la Comisión Australiana de Investigación aseguró que es su deseo respetar el significado de la confesión religiosa, en particular, la inviolabilidad del secreto confesional. “Pero hemos tenido numerosos testimonios en los que fueron revelados en confesión casos de abusos sexuales a menores y pruebas de que los perpetradores que se habían confesado continuaron cometiendo abusos para luego volver a pedir el perdón”, sostiene el reporte.
El documento recomienda, además, que se apliquen las leyes nacionales para prevenir que los perpetradores sean transferidos entre diversos lugares, como parroquias, escuelas manejadas por la misma institución donde puedan continuar cometiendo abusos. Según el informe, la edad media de las víctimas es de 10 años en el caso de las niñas y poco más de 11 en los niños.
En total, entre 1980 y 2015, 4.444 personas denunciaron abusos sexuales de menores cometidos por sacerdotes o religiosos de 93 entidades de la Iglesia católica australiana.