El diario Clarín ha publicado una nota en la cual refiere a que ”los kelpers (los habitantes de las Islas Falkland) ahora imaginan un archipiélago con visa de entrada para los argentinos”. La nota es a partir de un artículo publicado en la última edición del semanario de las Islas, Penguin News, en el cual en efecto uno de los legisladores electos de las Falklands manifiesta sentirse atraído por esa idea.
Empero, al igual que la mención de discusiones para elaborar una supuesta lista de personas non gratas, estas en realidad son las consecuencias de una desagradable situación que padecen los Isleños en sus Islas, pues el corazón del tema pasa por la mala conducta o claras expresiones de abuso y provocaciones que reiteran algunos grupos menores de visitantes provenientes de Argentina.
A pesar de normas al respecto y ampliamente difundidas entre los visitantes que llegan a las Islas, y paciencia infinita de autoridades locales, y tolerancia de los Isleños, existe de parte de estos grupos menores, una forma de comportarse que revela lo que más repulsa la propia sociedad argentina como es el patoterismo, el bullying, la actitud agresiva de sus barras bravas que tanto han enlodado el buen nombre de todo lo positivo de ese país.
Flamear o agitar banderas, escudos u otras identificaciones de una forma que recuerda tiempos de tragedia y dolor, entre una población de Stanley que no son más de 2.000 personas, no tiene nada de valiente o argentino, más bien lo contrario, revela lo peor al igual que vandalizar memoriales, placas, monolitos, recordatorios, o pretender alterar los campos de batalla, hoy amparados por una sana reconciliación de quienes realmente fueron protagonistas y no de esos bufones y esquiroles que desconocen valores y costumbres.
Al respecto debe ensalzarse la actitud de los integrantes de la Comisión de Familiares de Malvinas, por su doble gesto, haber correspondido a la invitación al homenaje al cumpleaños de la Reina Isabel en la embajada británica, y la restitución de una identificación de la armada de ese país que había sido sustraída clandestinamente del cementerio de San Carlos.
Por tanto el problema no son las visas ni la lista de personas non grata, estas son las reacciones a una actitud cobarde e indigna de grupúsculos irrespetuosos, para nada convergentes con el espíritu constructivo y de reconciliación de setiembre pasado firmado con grandes esperanzas tanto por Argentina como por Gran Bretaña.
Esperemos que prive el sentido común, ya que un desborde de esta situación será un escollo más, pero si se encara allanará la buena vecindad.