El culto de los brasileños por los traseros quedó una vez más plasmado en la edición 2016 del concurso de belleza Miss Bumbum, en el que candidatas de los 27 estados del país disputaron el título a la mejor cola y se dejó de nuevo abierta la siempre polémica discusión sobre la mujer-objeto.
La sexta edición del Miss Bumbum dejó como ganadora en la madrugada de este jueves a Érika Canela, una modelo que representó al estado de Bahía y quien ya fue electa como la Musa del club de fútbol Corinthians y reina de una de las escuelas paulistas de samba.
Detrás de Canela se situaron Danny Morais (Santa Catarina), sobrina de la voluptuosa modelo Sabrina Boing Boing, famosa por sus exuberantes pechos y las múltiples cirugías, y la cantante de funk MC Sexy (Río de Janeiro).
El concurso permite que las participantes hayan tenido cirugías plásticas en cualquier parte de su cuerpo menos en su trasero e incluso varias de las aspirantes han tenido que demostrar con radiografías que sus retaguardias son naturales.
En la categoría de Miss Bumbum-Mejor edad la vencedora fue Dona Geralda, de 63 años y ex participante de la edición brasileña del concurso de reality Gran Hermano, mientras que entre las competidoras del concurso tradicional estuvieron madre e hija: Bruna Ferraz (Roraima) y Eduarda Moraes (Rondonia).
Pero más allá del resultado del concurso en el que más de diez millones de votos en internet escogieron a las quince finalistas y que fue realizado en una discoteca del acomodado barrio paulistano de Vila Olimpia, la presente edición había levantado ya la polémica desde la aparición del afiche con el que se promocionó.
Ahí, las finalistas recreaban la escena religiosa de la Última cena de Jesús con sus apóstoles con poses sensuales y repartiendo el pan, el agua y el vino.
El creador del concurso, Cacau Oliver, defendió la escena con el argumento de que religión y mujer son asuntos que interesan a los brasileños. No estamos ofendiendo a la iglesia, esto es solo una escenificación declaró.
Brasil, por más que desde sus instituciones ha querido desmitificar su rótulo de ser ante los ojos del mundo únicamente el país del fútbol y la samba, con playas en las que mujeres de todas las razas exhiben en diminutos biquinis todos sus atributos, no ha podido escapar a ese estigma.
Somos las propias mujeres las que hemos permitido eso. Que se siga en una cultura machista de la 'mujer-objeto', declaró la estudiante y activista Karen Vásquez. Para Karen la mujer brasileña tolera indirectamente este tipo de etiqueta por el que el país es conocido en otros lugares.
No estamos en contra de que exista libertad y la mujer se exprese como quiera, incluso desnudándose, pero cuando esa libertad se convierte en prisión de la publicidad ahí sí el sentido de las cosas cambia y los 'pompis' de las brasileñas siguen siendo esclavos de ese dios publicitario, opinó.