El empleo en América Latina y el Caribe crecerá levemente en 2016, pero aún marcado por la informalidad, dijo la Organización Internacional del Trabajo este martes y recomendó enfocar los programas sociales en la especialización de ciudadanos para que accedan a trabajos de calidad.
Se espera que el crecimiento del empleo alcance 1,6% en 2016, mientras que entre 2008 y 2013 el promedio fue de 2,7%, dijo el organismo en su informe denominado Soluciones Eficaces: Políticas Activas del Mercado de Trabajo en América Latina y el Caribe.
Según cifras actualizadas, el desempleo en la región subió un 6,9% en 2015, el crecimiento de los salarios se ha estancado y se espera que la informalidad se intensifique en los próximos meses, en casi el 50% de la población empleada.
En Bolivia, Honduras y Nicaragua la proporción del empleo informal sigue superando el 70%, mientras que en Colombia, México y Perú equivale al 50%, detalla el informe, que considera el hecho como un problema estructural.
Si bien la población con empleo en América Latina y el Caribe ha crecido de 57,3% a 61% en los últimos 15 años y además se redujo a la mitad la proporción de trabajadores pobres, de 17,8% a 8,2% (que vive con menos de 3,1 dólares al día), la desaceleración económica mundial, en algunos casos con recesión, ponen en peligro esos logros.
Los avances en desigualdad y reducción de pobreza están amenazado con estancarse o revertirse. Las desigualdades aumentaron en 8 países de la región, dijo en conferencia de prensa el director para América Latina y el Caribe de a OIT, José Manuel Salazar.
Por ello, la OIT destacó la necesidad de reforzar los programas sociales orientados al apoyo en el mercado de trabajo, que deberán apuntar a mejorar la calificación del trabajadores.
Es una tarea en la que América Latina está avanzando. En 2013 la región invirtió un 0,4% del PIB para estos programas, que beneficiaron al 21% de la población comparado con el 0,1% que se destinó e 2000 y que benefició sólo al 6%.
Los avances sociales y del mercado de trabajo dependerán del giro que dé la economía hacia especializaciones más competitivas, de un crecimiento más marcado de la productividad y de la existencia de políticas públicas que promuevan este cambio, detalla el informe.
Para la OIT, estos programas pueden ser un pilar central de las políticas sociales y del mercado de trabajo y tienen aún un alto potencial no explotado.
La idea es que los programas permitan la actualización constante de la calificación de los trabajadores, mejorar la calidad del ajuste entre la oferta y la demanda de trabajo y promover directa o indirectamente la creación de empleos productivos, precisa la OIT.