El Papa se dirigió este viernes un histórico discurso en español a los líderes mundiales en la Asamblea General de Naciones Unidas, en el marco de su gira por Estados Unidos. Criticó la usura del sistema financiero y pidió límites al poder. Llamó también a luchar contra la pobreza, la esclavitud, el cambio climático y la guerra.
Frente a los 193 miembros de la Asamblea General, el sumo pontífice ponderó la “necesidad” de “mayor equidad” de los países en las decisiones de los organismos de Naciones Unidas, y de mecanismos que “limiten todo tipo de abusos y usuras” con los países en vías de desarrollo.
“La experiencia de estos setenta años muestra que la reforma y la adaptación a los tiempos siempre es necesaria, progresando hacia el objetivo último de conceder a todos los países sin excepción una participación e incidencia real y equitativa en las decisiones. Es necesaria una mayor equidad en los cuerpos con efectiva capacidad ejecutiva como el Consejo de Seguridad, los organismos financieros, o los grupos o mecanismos especialmente ideados para afrontar crisis económicas para ayudar a limitar todo tipo de abuso o usura con los países en vías de desarrollo”, dijo Francisco desde el atril de las Naciones Unidas.
Francisco destacó la necesidad de que los gobernantes garanticen a las personas techo, trabajo y tierra: “Los gobernantes han de hacer todo lo posible para que todos puedan tener la mínima base material y espiritual para sostener su dignidad y su familia, que es la célula primaria de cualquier desarrollo social. Esta mínima base está dada por el techo, el trabajo y la tierra, por la libertad espiritual, religiosa, y el derecho a la educación y a todos los otros derechos cívicos”.
Por otra parte, destacó la importancia del papel de las Naciones Unidas en el mundo al definirla como “la respuesta jurídica y política adecuada al momento histórico” y sostuvo que, sin su actividad, “la humanidad podría no haber sobrevivido al uso descontrolado de sus propias potencialidades”.
También fueron ejes de su reclamo la luchar contra la pobreza, la esclavitud, el cambio climático y la guerra.
Esta fue la quinta vez que un papa visita la ONU, una tradición iniciada por Pablo VI en 1965.