La calificadora internacional de riesgo Standard & Poor's mantuvo en “BBB-” la nota de la deuda brasileña a largo plazo en moneda extranjera, pero modificó la perspectiva de la misma, que pasó de “estable” a “negativa”, lo que permite prever una futura rebaja.
La decisión de la calificadora le permite a Brasil mantener su calificación en el llamado “grado de inversión”, es decir en el último nivel de los países considerados como seguros para los inversores, aunque con la amenaza de perder ese voto de confianza en la próxima revisión.
En un comunicado en el que explicó su decisión, S&P advirtió que Brasil enfrenta actualmente grandes desafíos políticos y económicos pese al ajuste fiscal que el Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff anunció en enero, a comienzos de su segundo mandato, que supuso “una corrección significativa”.
Los inversores temen que algunas de las grandes calificadoras de riesgo retiren a Brasil de la lista de países con “grado de inversión” tras el anuncio que hizo el Gobierno la semana pasada de reducir su meta para el superávit fiscal primario este año desde el 1,1% del Producto Interior Bruto (PIB) a solo un 0,15%.
La calificadora Fitch ya advirtió que pretende revisar la nota de la deuda brasileña luego de ese anuncio, en tanto que Moody’s, que también califica a Brasil en el nivel más bajo de los países con “grado de inversión”, aún no se ha pronunciado.
Standard & Poor’s decidió mantener la nota de la deuda brasileña no solo pese a la reducción de la meta fiscal del país sino al escenario económico y fiscal de las investigaciones de corrupción que envuelven a la petrolera Petrobras y salpican a numerosos políticos y empresas, situación que considera cada vez con un mayor peso negativo.
Pero al revisar la perspectiva de la nota brasileña a “negativa”, la agencia admitió que hay una elevada posibilidad de rebaja de la calificación no solo por la situación política y fiscal sino también por la posibilidad de que la economía demore en recuperar la trayectoria de crecimiento.
La economía brasileña tan solo creció un 0,1 % en 2014 y para este año, según las últimas proyecciones de los analistas, se prevé una contracción de hasta el 1,76 %, que sería el peor resultado del país desde 1990. El propio Gobierno admite que la contracción este año puede llegar al 1,49 %.
“Desde el 23 de marzo, cuando reafirmamos la calificación por última vez, creemos que los riesgos de empeoramiento en Brasil crecieron”, según el comunicado de la calificadora.
Y agregó que revisaron “la perspectiva hacia negativa porque, pese a los amplios cambios a camino, que seguimos creyendo que tienen el apoyo de la presidente, hay riesgos crecientes para su ejecución”.
Según la calificadora, los riesgos de que el ajuste fiscal anunciado por el Gobierno no pueda ser ejecutado tiene razones económicas y políticas.
En ese sentido, destacó la contracción de la economía y el aumento de la inflación, acompañados de la crisis del Ejecutivo por escándalos de corrupción y a sus dificultades para convencer al Congreso de apoyar las medidas de austeridad.
“El número de investigaciones de corrupción envolviendo a ciertos políticos y empresas está pesando crecientemente sobre las perspectivas fiscales y económicas de Brasil, y poniendo en riesgo la implementación efectiva de las medidas (de ajuste), particularmente en el Congreso”, explica la agencia.
Tales dificultades fueron las que obligaron al Gobierno a anunciar la semana pasada la reducción de su meta de superávit fiscal al equivalente a solo el 0,15% del PIB y a anunciar un nuevo recorte en los gastos públicos para dejar claro su compromiso con la disciplina fiscal.
El Gobierno tuvo que revisar su meta tras concluir que los ingresos líquidos públicos de este año serán muy inferiores a los inicialmente previstos por la desaceleración de la economía y a que los gastos serán superiores a los calculados.