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Medio siglo del imperio televisivo que entretiene a Brasil

Lunes, 27 de abril de 2015 - 12:12 UTC
Globo salió al aire el 26 de abril de 1964, un año después de que en el país se instalara una férrea dictadura militar que se prolongó hasta 1985. Globo salió al aire el 26 de abril de 1964, un año después de que en el país se instalara una férrea dictadura militar que se prolongó hasta 1985.
Tancredo Neves solía decir que “en Brasil uno puede enfadarse con el ministro del Ejército, pero nunca con Roberto Marinho”. Tancredo Neves solía decir que “en Brasil uno puede enfadarse con el ministro del Ejército, pero nunca con Roberto Marinho”.

La Red Globo, un emporio televisivo del que en una época se decía que “ponía y quitaba” gobiernos en Brasil, cumple 50 años consolidada como el mayor medio de comunicación y entretenimiento del país, con una audiencia diaria calculada en más de 120 millones de personas.

 La Globo, como la llama cada uno los brasileños, nació del sueño televisivo del reportero Roberto Marinho, fallecido en 2003 y quien hace medio siglo apostó por extender a la pequeña pantalla la saga iniciada por su padre, Irineu Marinho, que en 1925 había fundado el diario O Globo.

La concesión para la nueva televisión fue otorgada en 1957 por el Gobierno del entonces presidente Juscelino Kubitschek, pero salió al aire el 26 de abril de 1964, un año después de que en el país se instalara una férrea dictadura militar que se prolongó hasta 1985.

Durante las dos décadas de gobiernos militares, la Globo fue una de las columnas mediáticas de la dictadura, a la que Roberto Marinho apoyó públicamente, en consonancia con sus ideales conservadores y anticomunistas.

En los primeros años del régimen militar, la Globo entró en un vertiginoso proceso de expansión que añadió a su emisora de Río de Janeiro otras en Sao Paulo y Belo Horizonte, los principales centros económicos y de población del país.

En 1968, con apenas cuatro años de existencia, atesoraba un 44,5 % de la torta publicitaria nacional, una participación que hoy supera el 60 %. En poco tiempo, después de tejer una poderosa red de repetidoras asociadas, se convirtió en el primer canal de televisión de alcance nacional y pasó a ser considerado un verdadero “poder” paralelo.

En 1969, Globo emitió por primera vez el Jornal Nacional, un telediario nocturno con alcance nacional que se convirtió en la principal fuente de información de los brasileños y le dio aún más influencia a Marinho.

Una frase atribuida a Tancredo Neves, el primer presidente electo tras la dictadura, que murió en 1984 sin tomar posesión, definió el poder que entonces tenía Globo: “En Brasil uno puede enfadarse con el ministro del Ejército, pero nunca con Roberto Marinho”.

A inicios de la década de 1980, Marinho se apartó del régimen y utilizó el poder de la Globo y su imperio mediático para ayudar a recuperar la democracia, lo cual finalmente ocurrió en 1984, desde cuando la línea editorial de la red de televisión comenzó a abrirse a todas las tendencias políticas.

Con los años, Globo reconoció como “errores” tanto el apoyo a la dictadura como el haber minimizado un movimiento cívico que en 1983 exigía elecciones libres y directas.

También admitió que, en el proceso electoral de 1989, editó con la intención de favorecer al candidato Fernando Collor de Melo, a la postre electo presidente, un debate en el que éste se confrontó con Lula da Silva, quien llegaría al poder en 2003.

Aunque sectores de la izquierda no perdonan esos errores y a que aún mantiene el talante conservador de su fundador, Globo es hoy un medio plural y su trabajo periodístico ha sido reconocido con varios premios internacionales, como el Emmy de 2011.

Actualmente, la red de televisión es la espina dorsal de las Organizaciones Globo, el mayor conglomerado de medios del país, que además es considerado uno de los mayores del mundo e incluye ocho emisoras de radio, seis periódicos, trece revistas y medio centenar de canales en la TV abierta o de pago, entre otros activos.

Más allá de su influencia política, Globo también es la principal fuente de entretenimiento para los brasileños, sea por su vocación por el deporte, una auténtica pasión nacional, o por sus laureadas telenovelas, que mantiene en el aire desde 1965, cuando produjo “El ebrio”.

A principios de los años 70, cuando las telenovelas alcanzaron unos niveles de audiencia imbatibles, Marinho le dio el empujón definitivo a Globo. Para producir esos culebrones que hoy son exportados a más de un centenar de países, Marinho construyó en Río de Janeiro lo que para muchos es un remedo carioca de Hollywood.

Se le conoce como Projac y se define como una “fábrica de sueños”, que ocupa 1,3 millones de metros cuadrados y en la que se ruedan las principales producciones de Globo.

Categorías: Política, Brasil, Entretenimiento.