La inauguración de la lujosa nueva sede del Banco Central Europeo (BCE) en Fráncfort quedó este miércoles marcada por violentos disturbios de grupos anticapitalistas que desataron el caos en la ciudad y dejaron por lo menos 220 heridos y 15 detenidos.
La masiva protesta convocada por el movimiento Blockupy contra el BCE y contra las políticas de austeridad en Europa derivó desde primeras horas de la mañana en fuertes choques entre activistas y el amplio despliegue policial.
Políticos de diversos partidos y el propio Blockupy, una alianza de más de 90 grupos de izquierda de toda Europa, condenaron las escenas transmitidas en vivo por la televisión de coches incendiados, encapuchados, barricadas, persecuciones en pleno centro de Fráncfort, carros hidrantes y gases lacrimógenos.
Todo el mundo tiene derecho a criticar a instituciones como el BCE. Pero el puro vandalismo supera todas las fronteras del debate de opiniones políticas, lamentó el ministro de Justicia alemán, el socialdemócrata Heiko Maas.
Ulrich Wilken, diputado del partido poscomunista La Izquierda y uno de los convocantes como miembro de Blockupy, se mostró abatido y horrorizado por lo ocurrido. No era lo que habíamos planeado, señaló, aunque mostrando también su gran comprensión por la ira y la furia de los manifestantes por la política del BCE.
Los primeros incidentes comenzaron a primera hora y escalaron cuando unos 3.000 manifestantes intentaron asaltar el terreno de la nueva torre del BCE, según la policía. Los enfrentamientos entre ambos bandos dejaron al menos 94 agentes y más de 130 activistas heridos.
La policía habló de los incidentes más brutales en años en Alemania. Muchos comentaristas apuntaron que el operativo de este miércoles debía servir como ensayo general para posibles protestas en la cumbre del G7 que Alemania acoge a principios de junio en Baviera.
Mientras en la calle se desataba una verdadera batalla campal, el presidente del BCE, Mario Draghi, inauguraba la nueva sede del banco en un breve acto ante un centenar de invitados, que el italiano aprovechó para defender la política de la entidad.
Quieren una solución y una seguridad financiera en la eurozona. Ese es también el objetivo del BCE, dijo Draghi sobre los manifestantes. ”Como institución de la Unión Europea (UE) que tuvo un papel central en la crisis, el BCE se ha convertido en el foco de los frustrados.
Sin embargo, posiblemente esto no sea justo, puesto que nuestras acciones tienen como objetivo exactamente suavizar el impacto económico, apuntó.
Draghi advirtió que, aunque la solidaridad es una clave de la integración europea, siempre estuvo claro que cada país del Euro debe poder sostenerse por propio pie y que cada uno es responsable de su política”.
En un principio estaba prevista una gran inauguración con numerosos jefes de Estado y de gobierno, pero las protestas anunciadas llevaron a los organizadores a reducirlo a un pequeño acto.
Los cerca de 2.600 trabajadores del BCE se mudaron a principios de noviembre a las dos torres acristaladas de 165 y 185 metros de altura en el este de Fráncfort.
Ambos edificios están unidos a través del antiguo mercado central de la ciudad de 1928, protegido como monumento histórico, y todo el conjunto ocupa una zona de cerca de 12 hectáreas. El proyecto tuvo un costo de 1.300 millones de euros, un elevado monto que generó enormes críticas en tiempos de crisis.