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La economía francesa 'está enferma' y con diagnóstico poco alentador

Miércoles, 24 de setiembre de 2014 - 16:43 UTC
El pasado 17 de septiembre, el ministro de Economía, Emmanuel Macron, resumió el sentir general al afirmar que “Francia está enferma” El pasado 17 de septiembre, el ministro de Economía, Emmanuel Macron, resumió el sentir general al afirmar que “Francia está enferma”

El Instituto Nacional francés de Estadística (INSEE) confirmó este martes el estancamiento de la economía de Francia por segundo trimestre consecutivo, lo que valida la previsión de que el país no podrá cumplir sus objetivos de crecimiento y déficit en 2014.

Los resultados detallados por el organismo sobre el Producto Interno Bruto (PIB) entre abril y junio ratificaron su previsión de mediados de agosto, tras la cual el ministro de Finanzas, Michel Sapin, había señalado que el avance de la economía gala rondaría a finales de año el 0,5%, frente al objetivo del 1%.

Al cierre de 2014, con esos datos, el déficit público será “superior al 4%” del PIB, frente a la anterior previsión del 3,8%, añadió entonces el ministro en una columna publicada en “Le Monde”.

El INSEE precisó que las exportaciones, que habían avanzado un 0,6% en el primer trimestre, se desaceleraron en el segundo con un avance del 0,1%, mientras que las importaciones disminuyeron cuatro décimas, hasta el 0,4%, con lo que el comercio exterior tuvo un impacto negativo de 0,1 puntos en el PIB.

El gasto de consumo de los particulares sí evolucionó al alza, con un incremento del 0,4% tras un descenso del 0,6%, pero la formación bruta de capital fijo (la inversión) prosiguió a la baja, del -0,9% al -1,1%, un elemento poco halagüeño por lo que significa de anticipación de las empresas de cara al futuro.

La producción de bienes, por otra parte, se contrajo un 0,1%, tras el avance del 0,2% del trimestre anterior, añadió el INSEE, para el que en el conjunto del año Francia acumula un crecimiento del 0,3%.

Poco optimistas fueron también los datos sobre la confianza empresarial en septiembre facilitados por esa misma institución, según la cual el índice que resume el clima de negocios se quedó en 91 puntos, nueve por debajo de los 100 que marca la media de largo plazo, y uno menos que el registrado en agosto.

En la industria, el indicador sintético se mantuvo estable en 96 puntos, mientras que en los servicios registró un descenso de dos, hasta los 91, y en la construcción perdió uno y se quedó en 88 enteros.

El pasado 17 de septiembre, el ministro de Economía, Emmanuel Macron, resumió el sentir general al afirmar que “Francia está enferma” y que antes de ser exigente con la situación de otros países debía ocuparse de los suyos.

“El problema de Francia es primero ella misma. Arreglemos nuestros problemas antes de ser exigentes con nuestros vecinos”, indicó en una entrevista concedida a la emisora “Europe 1”, en la que constató que “no queda otra opción que actuar para reformar”,

Un día después, el Presidente francés, François Hollande, reconoció en su conferencia de prensa semestral que, ante la debilidad de las tasas de interés, el déficit público no ha sido su primera prioridad, y apuntó que va a intentar que se acepte hasta 2017 el objetivo de reducirlo por debajo del 3%.

”No vengo a Berlín a excusarme, a pedir. Hablo con la canciller (Angela Merkel), de igual a igual“, indicó desde la capital alemana el primer ministro francés, Manuel Valls, que se encuentra en el país de viaje oficial de dos días.

Preguntada ayer por la petición francesa de ralentizar el ritmo de reducción del déficit ante la imposibilidad de cumplirlo sin dañar el débil crecimiento económico, Merkel recordó la necesidad de respetar los acuerdos comunitarios, pero también que el Pacto de Estabilidad incluye medidas de ”flexibilidad“.

A esas mismas medidas se había referido Hollande en su comparecencia ante la prensa, al justificar la postura francesa alegando que no se trataba de alterar las reglas fijadas, ”sino de utilizar toda la flexibilidad prevista por los tratados”.