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Uruguay con mayor 'independencia judicial'; Argentina y Venezuela en la cola

Lunes, 23 de junio de 2014 - 12:07 UTC
Edificio de la Suprema Corte en Montevideo; el país se ubicó 25 entre 148 Edificio de la Suprema Corte en Montevideo; el país se ubicó 25 entre 148

Según el Informe Global de Competitividad, 2013/14, en su categorización 'independencia judicial” Nueva Zelanda encabeza el ranking en tanto el mejor ubicado en América Latina es Uruguay (25), y el peor y último del ranking global Venezuela (148), mientras Argentina figura en posición 132.

 La categorización en base a puntos significa que con 1 la Justicia del país es altamente influenciable mientras que con el puntaje 7, son enteramente independientes.

El Foro Económico Mundial que organiza anualmente la cumbre de Davos, describe una gran heterogeneidad en América Latina: además de Uruguay entre los primeros se destacan Chile (27º), Costa Rica (37º) y Brasil (55º), que promedian entre 5,3 y 3,9. Entre los últimos, Perú (126º), Argentina (132º) y Paraguay (146º), con menos de 2,5. Uruguay figura con 5.4 puntos y Venezuela, 1.1 puntos.

“En principio hay tres dimensiones de la independencia judicial. Del Poder Ejecutivo, de las empresas y de los sectores de poder no gubernamentales. Una cuarta es la interna, si los jueces de instancias inferiores tienen libertad de decisión con respecto a la cúpula del sistema, que puede ser un consejo o la Corte Suprema”, según explica Carlos Gregorio de Grácia, doctor en derecho por la Universidad de Buenos Aires.

“Brasil es el país de mayor transparencia judicial en América Latina y probablemente en el mundo”

Cuán autónomo es un sistema judicial depende en gran medida de cómo son seleccionados los jueces. “Mecanismos de elección con examen, calificaciones y audiencias públicas garantizan una justicia más independiente. Si la designación pasa por los magistrados de la Corte Suprema hay menos independencia”, agrega.

Otro de los factores que contribuyen es la transparencia. Cuando todas las decisiones y los procesos judiciales son accesibles para cualquiera, es más fácil comprobar si un juez falló por presión o connivencia con alguna de las partes. Además, facilita el control que puede ejercer la prensa.

“Brasil es el país de mayor transparencia judicial en América Latina y probablemente en el mundo -dice Gregorio de Gràcia-, seguido por Costa Rica. En los sitios web de los tribunales es posible revisar el proceso que a uno se le ocurra y ver lo actuado en todas las instancias. Eso permite analizar con lujo de detalles el desempeño del Poder Judicial”.

Hay distintos modelos judiciales en la región. Algunos están marcados por una fuerte dependencia del gobierno, que tiene una enorme capacidad de presión sobre los jueces.

“Venezuela es un país donde el Poder Judicial está controlado por el Ejecutivo. Otro ejemplo se vio en Argentina, con el intento de sancionar las llamadas leyes de democratización de la justicia como represalia por fallos que no le habían gustado al gobierno”, dice Gregorio de Gràcia.

En otros países, el Ejecutivo no interfiere sobre el trabajo de los jueces, pero eso no significa que sean totalmente independientes. “Costa Rica tiene un Poder Judicial bastante independiente -continúa-, pero algunas decisiones lo ponen en una posición tendiente a cuidar a las empresas, porque si las afecta podría alterar la marcha de la economía. Es una forma de dependencia, porque el juez debería decidir guiándose sólo por el caso concreto”.

Un problema que atraviesa a toda la región es que la justicia tiende a estar lejos de la realidad cotidiana de los ciudadanos. Eso puede provocar que no se preocupen debidamente por las consecuencias de sus fallos y que actúen sin estar a la altura de la responsabilidad que emana del cargo.

“Hay que usar un adjetivo: indolencia. Hay jueces a los que lo único que les interesa es conservar su trabajo, entonces evitan tomar cualquier riesgo. Trabajan de manera tal que sus resoluciones los expongan lo menos posible, lo que lleva a resolver sin resolver. Son incapaces de ver más allá de su propio escritorio”.