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Baja notablemente deforestación en Brasil, pero la soja sigue avanzando

Sábado, 7 de junio de 2014 - 06:59 UTC
Brasil ”campeón del mundo en la mitigación del cambio climático”, según Daniel Nepstad, director del Instituto de Innovación para la Tierra. Brasil ”campeón del mundo en la mitigación del cambio climático”, según Daniel Nepstad, director del Instituto de Innovación para la Tierra.
Mayoría de compradores de soja de Amazonía se unió para adquirir el grano sólo de tierras taladas antes de 2006 Mayoría de compradores de soja de Amazonía se unió para adquirir el grano sólo de tierras taladas antes de 2006
En 2008 se implementó un plan por el cual agricultores y ganaderos de áreas con alta tasa de deforestación quedaron privados de crédito En 2008 se implementó un plan por el cual agricultores y ganaderos de áreas con alta tasa de deforestación quedaron privados de crédito

Desde 2004 los agricultores y ganaderos de Brasil han protegido de la tala el equivalente a 14,3 millones de canchas de fútbol, una disminución del 70% en la deforestación en la Amazonia brasileña.

 La merma en la deforestación evitó la emisión a la atmósfera de 3.200 millones de toneladas de dióxido carbono, y en tan sólo 2013 representó una reducción del 1,5% en las emisiones globales.

“Brasil es uno de los favoritos para ganar la Copa Mundial de Fútbol, pero también es campeón del mundo en la mitigación del cambio climático”, según afirmó Daniel Nepstad, autor principal del estudio y director del Instituto de Innovación para la Tierra.

Pero la continuidad de estos avances no está asegurada: con el aumento de la demanda de soja y carnes la tala de bosques maduros ha empezado a subir nuevamente, con un incremento del 28% el año pasado, advirtieron los investigadores.

La investigación, en la cual participaron diecisiete economistas y científicos de Estados Unidos y Brasil, llegó a la conclusión de que “la combinación de audaces políticas públicas, el rechazo en el mercado de los agricultores deforestadores, y el aumento de las áreas protegidas de la tala no impidió que creciera la producción de soja y carnes del país”.

La tala de bosques maduros disminuyó de un promedio de 19.500 kilómetros cuadrados anuales en la década hasta 2005, a 5.843 kilómetros cuadrados en 2013, según el informe.

“Esta reducción en la deforestación puede haber iniciado una secuencia de impactos positivos, incluido un riesgo menor de inhibición de las lluvias regionales, menos cambios en la descarga y sedimentación de los ríos y una mayor conservación de la biodiversidad”, agregó.

En gran medida la desaceleración en el ritmo de la tala de bosques en la Amazonía brasileña ha sido el resultado de la decisión de miles de terratenientes y especuladores en tierras que desde 2004 optaron por talar menos bosques amazónicos.

El estudio señala que entre fines de la década de 1990 y 2004 la deforestación amazónica, especialmente en el Estado de Mato Grosso -el mayor productor agropecuario de Brasil- aumentó debido a los buenos precios de la soja y la carne vacuna en los mercados mundiales.

Pero desde 2004 la tendencia cambió y “hay una urgencia por hallar la fórmula mágica en todos los esfuerzos diferentes”, indicó Toby McGrath, uno de los autores del estudio.

La presión pública inicial vino del grupo ambientalista Greenpeace y eso hizo que para los agricultores fuera embarazoso verse vinculados con la deforestación. Tras prolongadas negociaciones la mayoría de los compradores de soja de la Amazonía se unió para adquirir el grano sólo de tierras taladas antes de 2006 y eso forzó a que los agricultores cultivaran la tierra de manera más productiva en lugar de extender la superficie cultivada.

En 2008 el Gobierno puso en marcha un programa por el cual los agricultores y ganaderos de distritos enteros quedaron privados de crédito agropecuario si sus áreas tenían elevadas tasas de deforestación.

“La verdad es que el gobierno no puede atribuirse el éxito por sí solo, tampoco Grenpeace ni las compañías responsables”, agregó. “Lo que funcionó fue la mezcla de todo ello”.

Brasil ha obtenido una promesa de Noruega que aportará hasta 1.000 millones de dólares en incentivos para que los compradores internacionales recompensen los esfuerzos de los productores agropecuarios en la limitación de la tala amazónica.