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Exponen mansiones y vida opulenta en Miami de empresarios próximos al Presidente Maduro

Lunes, 28 de abril de 2014 - 09:01 UTC
 Gorrín, Perdomo y Meza son los ejecutivos que se presentaron como los nuevos propietarios de Globovisión por la cual pagaron 68 millones de dólares Gorrín, Perdomo y Meza son los ejecutivos que se presentaron como los nuevos propietarios de Globovisión por la cual pagaron 68 millones de dólares

Un informe televisivo de AméricaTeve mostró los inmuebles cuyos propietarios son algunos de los empresarios más cercanos al presidente de Venezuela Nicolás Maduro y quienes adquirieron la cadena Globovisión, la única voz disonante que quedaba en el reino chavista. Estos ejecutivos critican al “imperio estadounidense” pero tienen yates y palacios en Florida

 Globovisión fue la cadena de TV adquirida por un grupo empresario cercano al gobierno de Nicolás Maduro, apenas dos semanas después del fallecimiento de Hugo Chávez. El único canal que se animaba a criticar al chavismo fue comprado y la línea editorial cambió en muy poco tiempo.

Los periodistas críticos fueron despedidos, a pesar de que al momento en que la operación de compra se realizó, se había anunciado que la línea editorial mantendría su independencia.

Raúl Antonio Gorrín, Gustavo Perdomo y Ángel Meza son los ejecutivos que se presentaron como los nuevos propietarios de Globovisión, y quienes aportaron los u$s68 millones de la operación de compra.

El dueño de Globovisión, Raúl Antonio Gorrín, construyó una fortuna en 15 años. Tras ser abogado litigante en los tribunales, en 1999, con la llegada de Chávez al poder, asume la defensa de la ex presidenta de la Cámara de Diputados, Ixora Rojas, denunciada por malversación de fondos públicos.

Un joven Henrique Capriles fue quien presentó la demanda contra la ex legisladora.

El presidente de la compañía de TV fue denunciado por extorsión en 2004, según se desprende de una causa judicial donde se comprobaron sus llamadas intimidatorias, pero es en el 2006 cuando se hace mediáticamente conocido por asumir la defensa del caso Banco Canarias, en el que representa al sospechado presidente de la entidad, acusado de contrabando y defraudación tributaria.

En 2008 se convierte en el accionista mayoritario de la compañía de seguros “La Vitalicia”, y desde allí se construye el consorcio que en 2013 se queda con Globovisión.

El informe de APQ presentado en el canal AméricaTeve muestra la mansión de Raúl Antonio Gorrín, valuada en unos 4 millones de dólares, en el exclusivo Cocoplum, así como su exclusivo yate, mostrado por las cámaras. Un empleado de la casa confirma que la propiedad pertenece al ejecutivo bolivariano.

Gustavo Perdomo es el cuñado de Gorrín, porque está casado con la hermana del ejecutivo. Director Ejecutivo de “La Vitalicia” es el segundo hombre del trío que está al frente del canal chavista Globovisión.

En octubre de 2013, el joven presidente de la TV oficialista, definió a Globovisión como el canal “que genera las noticias de Venezuela” y lo definió “el primer y único canal de noticias... en el país de Globovisión”.

Perdomo también es denunciado como uno de los ejecutivos cercanos al chavismo, que desde la línea editorial del canal critican al “imperialismo”, mientras adquiere una mansión en La Florida, y cuenta con su yate “Alta Mar”, amarrado a metros de su propiedad en Cocoplum, y presentado por el programa de TV.

La contracara de una opulencia comparable a la de las grandes estrellas de cine, son las oficinas del canal Globovisón en Miami, ubicadas en un pequeño local junto a casa de empeños y un pequeño centro comercial.

Ángel Meza es el otro hombre fuerte de Globovisión, y según denuncia el canal América Teve, acaba de comprar una propiedad en la misma zona exclusiva que sus socios.

La información de los venezolanos que se hicieron multimillonarios con la revolución están detallados con nombre y apellido en el libro recientemente lanzado “Chavistas en el Imperio” que detalla el crecimiento exponencial de las fortunas de los “enchufados” que estuvieron cerca de Hugo Chávez.

El libro documenta con detalles muy precisos la manera en que se hicieron negocios con EEUU mientras la “ideología” indicaba que el discurso debía ser de repudio al modelo norteamericano.