El escritor mercedino Juan Guinot, viene de un exitoso año en el que su libro “2022, La Guerra del Gallo” y la obra de teatro homónima recorrieron un largo y grato camino haciendo conocer la historia de Massi, el guerrero de las islas Malvinas que no pudo ser. Vale recordar el libro tiene mucho de autobiográfico del autor ya que de adolescente se anotó para ir a pelear a las Malvinas, pero nunca fue convocado.
Recientemente, se lanzó a otra aventura: del 11 al 18 de enero, Juan estuvo en las islas Malvinas.
“Fue un flash. Tenía muchas ganas de ir pero lo manejé completamente en secreto porque no quería que no me pararan por la referencia de mi libro y la obra de teatro. No pensaba hacer nada raro… quería vivenciarla y compartir el viaje como con cualquier lado que he ido a pesar que hay una carga fuerte”, contó el mercedino.
Fue algo rápido, tomó la decisión buscó el momento apropiado y se lanzó al aeropuerto de Río Gallegos a subirse a un avión que salió de Chile e hizo una parada técnica en el lugar. Cruzó el Océano para llegar a ese lugar del que tanto le contaron, que tanto sufrió y quiso al punto de querer pelear por ese pedazo de suelo argentino; y más tarde lo impulsaría a contar una historia diferente en la que ese sueño se volvía realidad.
Ahora, con los pies en ese suelo pudo vivir la historia de otra manera y encontró cosas más allá de su imaginación. Un poco de ese viaje y lo que el escritor prepara para esta nueva etapa en su vida.
De vuelta a la ciudad no lo duda: “El viaje me encantó. La pasé muy bien con los kelpers y la gente que vive en Puerto Stanley. No tuve ningún problema. La primera sensación que me creció fue: ¿Por qué teniéndolas tan cerca Argentina provoca con el Mercosur un bloqueo a una isla donde la gente compra cosas en Europa? Hablando con la gente te manifiestan que les interesaría viajar a Buenos Aires, quizás al médico. Es unas Islas donde viven tres mil civiles y mil militares. Y está enfrente de Río Gallegos, a una hora en avión. El tema del bloqueo es muy raro y hasta molesto”.
A pesar de su devoción por las islas, Juan asegura que en su viaje a Malvinas “me encontré con un lugar que nunca había visto en nada. Siempre que busqué sobre el tema todo remitía a la guerra. Hoy las islas Malvinas, o Falkland como le dicen ellos y buena parte del mundo, tiene habitantes que llevan ocho generaciones viviendo ahí, como nosotros y cualquier hijo de inmigrante; que tienen una marca muy fuerte respecto a la guerra. Su existencia está marcada por el dolor y como civiles nos encontramos en el mismo dolor. Y dentro de las charlas que pude tener nos encontramos en la bronca en cuanto a los procesos de la política”.
El escritor no duda en afirmar que “me jode que haya un bloqueo que complica a mucha gente. Y hay muchos argentinos allá”.
Recuerdos
En sus días por Malvinas afirma haber visto “muchos recuerdos de la guerra: está lleno de campos minados. Vas caminando por muchos lugares y encontráis alambrados. Además, hay lugares que no están identificados y las minas no caducan”.
“En Argentina le seguimos dando la espalda al tema: a las Islas, a los combatientes de la guerra y los continentales. Parece que es un tema solo de ellos y que la culpa de la guerra la tienen los militares.
Pasó mucho tiempo y me llama la atención que, en Europa por ejemplo, siguen las relaciones a pesar de lo que sucedió. Son un montón de sensaciones que todavía no decantaron”.
Guinot sostiene que Argentina debería buscar otro tipo de relación las Islas y los Isleños: “Me gustaría que la Argentina levante el bloqueo porque eso permite llegar a lo otro, por el simple hecho de que es natural. Y si no ir la integración cultural. Por otro lado, hay un nacionalismo muy grande. Ellos en un futuro se ven como Nueva Zelanda. Si ya sabemos que no se van a ir, porque los quisimos sacar y nos fue mal, ¿por qué no buscar otro tipo de relación?”
“Otra cosa que noté es que te vas de Argentina a Malvinas y es como si te fueras a otra provincia, no hay ninguna aduana. Cuando te vas, te vas como extranjero: no te puedes llevar nada y te revisan todo. Es muy loco todo eso. Y ni hablar de lo que es la naturaleza. Es algo impresionante lo que se puede ver allá”, sostuvo.
Juan relevó Puerto Stanley tomando muchas fotos y “registrando sensaciones. Recorrí caminando 80 kilómetros y corrí diez. Vine con una tendinitis terrible pero no quería parar; quería aprovechar todo. El viaje fue de búsqueda, seguro que va a decantar en algo. Pero todavía no lo sé. Tengo muchas cosas dando vuelta”. (El Nuevo Cronista de Mercedes, provincia de Buenos Aires)