En lo que promete ser un año complicado para la presidenta Dilma Rousseff y su intención aún no declarada de re-elección, la confianza de los consumidores brasileños en la economía cayó en enero a su nivel más bajo desde 2009, según un sondeo divulgado por el instituto privado Fundación Getulio Vargas (FGV).
El informe reveló que el índice de confianza del consumidor (ICC), que en diciembre había sido de 111,2 puntos, bajó en enero a 108,9 unidades, en una escala que va de 0 a 200.
En comparación con enero del año pasado, el ICC descendió un 7,3%. El ICC está compuesto por el índice de la situación actual y por el índice de expectativas, que retrocedieron en enero un 2,1% y 2,6%, el menor nivel desde septiembre de 2011.
El marcador se realiza basándose en una encuesta realizada en varias capitales y divulgada la última semana de cada mes.
Por si fuera poco sigue latente el malestar ciudadano con muchos de los servicios públicos, lo cual nuevamente se manifestó con violencia. Al menos seis autobuses fueron incendiados la madrugada del viernes en Sao Paulo, al parecer como protesta por las inundaciones que tuvieron lugar en varias regiones de la mayor ciudad brasileña, informaron las autoridades.
Una gran parte de los incendios se produjo en una región periférica de la zona sur de la metrópoli, afectada por inundaciones tras las fuertes lluvias registradas el pasado miércoles, según un portavoz de la compañía de transportes SP Trans.
También en la zona este, la más pobre de la ciudad, en las proximidades del estadio mundialista Arena Corinthians del barrio de Itaquera, las protestas contra las inundaciones terminaron con el incendio de otro autobús. Los incendios no causaron heridos y no hubo detenidos, según los medios de comunicación locales.
Empero el año pasado y en lo que va de año, decenas de autobuses han sido incendiados en Sao Paulo como forma de protesta. Prueba del desencanto ocurrió en junio/julio del año pasado durante la Copa Confederación, cuando espontáneamente convocados a través de las redes sociales hasta un millón de pacíficos manifestantes salieron a las calles de las mayores ciudades de Brasil para protestar contra los pésimos servicios públicos, la corrupción y los gastos faraónicos para organizar la Copa del Mundo que se juega a partir de junio próximo.
Empero algunas de las protestas terminaron violentamente y con choques con la policía por grupos infiltrados que se dedicaron a prender fuego a autobuses, comercios y bancos. Si bien manifestantes y desde el gobierno se condenó la violencia, los incidentes de esta naturaleza se han reiterado.