Medio centenar de personas trabaja a contrarreloj en los preparativos del insólito concierto que ofrecerá el domingo la banda Metallica en la base argentina Carlini, en la Antártida, el continente más frío, ventoso y remoto del planeta.
Los cuatro miembros de Metallica se han sumado ya al pasaje del “Ortelius”, el barco que ha conducido desde Ushuaia (Argentina) hasta Carlini a la expedición que presenciará el concierto, más de cien personas entre organizadores, asistentes del grupo y los 19 ganadores del concurso “Música Zero” convocado en cinco países latinoamericanos.
El espectáculo requiere el montaje de más de 25 toneladas de equipos, desde instrumentos a placas solares y carpas, con el objetivo de evitar daños medioambientales.
El proyecto se planteó por primera vez en 2010, pero recibió luz verde hace poco más de un año y ha precisado de un meticuloso protocolo sobre impacto medioambiental supervisado por la Dirección Nacional Antártica (DNA) y auditado por una consultora externa, según Diego Álvarez, director de Plataforma, productora de “Música Zero”.
“La idea es generar un hecho cultural y de divulgación sobre la Antártida”, añade Álvarez, que subraya que el “desafío” que implica el proyecto fue uno de los aspectos que atrajo a Metallica para participar en la iniciativa.
La banda de trash-metal estadounidense “siente que es parte del proyecto y ha asumido el reto de hacer posible lo imposible y la Antártida es el continente donde las cosas imposibles pasan”, señala Diego Luis, gerente de Coca-Cola Zero, patrocinadora del evento.
El helipuerto de la base Carlini servirá de escenario para la instalación de varios domos -carpas con forma de iglú- , preparados para soportar vientos de hasta 150 kilómetros/hora, donde se desarrollará el concierto.
Será una presentación única, sin amplificadores, que los asistentes -algo más de un centenar- escucharán a través de auriculares para evitar riesgos de contaminación acústica.
También en el montaje se ha cuidado al máximo el entorno y se ha elegido un sistema que permite el uso de herramientas para amortiguar el ruido, como martillos de goma, y de elementos aislantes para evitar derrames.
Cinco placas solares instaladas por los organizadores garantizarán el suministro de energía y los residuos generados se trasladaran en barco al continente americano.
Nada se ha dejado al azar en esta arriesgada iniciativa hasta el punto de que los equipos se han probado previamente en frigoríficos para garantizar su funcionamiento en condiciones extremas, aunque, tratándose de la Antártida, el clima tiene la última palabra y, como explica Hernán Mazón, experto medioambiental de la DNA, “es impredecible, inhóspito y potencialmente peligroso, muy cambiante”.
Mientras los organizadores apuran los detalles del concierto, los fans de Metallica -una de las bandas de rock legendarias, con más de 110 millones de discos vendidos- se preparan para lo que consideran el espectáculo de su vida.
Siguiendo el eslogan de “Música Zero” -hacer posible lo imposible-, los 19 ganadores de los concursos convocados en México, Argentina, Costa Rica, Colombia y Chile, han tenido que lograr sus propios desafíos en tiempo récord para sumarse a la expedición.
Pablo Lojo, un luthier argentino de 36 años, fabricó una guitarra “Explorer” en tres días, mientras el mexicano Fernando Gutiérrez, un músico de 34 años, creó sus propios instrumentos con latas de cola y adaptó un tema de Metallica.
La argentina Julia Mendioro pintó cuatro murales en tres días y su compatriota Victoria Bich disfrazó de “metaleros” a diez desconocidos en la calle, entre ellos a un anciano de 70 años. Todos esperan poder interactuar con la banda y presenciar un concierto “único y diferente”.
Metallica es el primer grupo heavy que se presenta en el continente blanco, aunque en 2000 el argentino León Gieco actuó en la base Marambio, donde estuvieron también Los Tolva, en 2011, para apoyar la Ley de Música que entonces se debatía en Argentina.
En 2007 el grupo de rock indie Nunatak, integrado por científicos de una base británica de la Antártida, se presentó al aire libre como parte del festival Life Earth convocado en varias capitales del mundo para llamar la atención sobre los efectos del cambio climático.