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La Cumbre América Latina-Caribe/Unión Europea y las difíciles relaciones biregionales

Sábado, 15 de mayo de 2010 - 11:42 UTC

”.... Son muchos los que se cuestionan la posibilidad de seguir avanzando en una alianza estratégica que cada vez más aparece como un sueño imposible. No es sólo que América Latina llega más dividida que nunca a una cita como la presente, sino que resulta difícil establecer alianzas con quienes te descalifican por imperialista y depredador, o denuncian posibles invasiones europeas al suelo patrio, o reniegan simplemente de los valores occidentales y de la democracia representativa.

En los últimos años América Latina ha ocupado un lugar secundario en la atención europea. Por eso, ante la Cumbre ALCUE de Madrid, el principal objetivo de la presidencia española es volver a situar a América Latina en la agenda europea, una cuestión complicada y difícil de alcanzar en tiempos tan atribulados como los actuales”.

 

Cuando en 1999 se convocó en Río de Janeiro a la primera Cumbre América Latina, Caribe, Unión Europea (ALCUE), ambas partes apostaron por construir una “alianza estratégica” birregional. Todavía las posiciones multilateralistas eran fuertes y recién entonces comenzaban a emerger los cambios que darían lugar al llamado “giro a la izquierda” en América Latina. Eran los años en que la región hablaba de una forma mucho más coordinada que ahora.

En esa ocasión se argumentó que tanto Europa como América Latina compartían valores civilizatorios y que sus sistemas políticos giraban en torno a la democracia. Era esa comunidad de valores culturales y políticos la que permitiría construir una gran alianza, hoy formada por 60 países, con grandes posibilidades en el escenario internacional.

Hoy la realidad es muy distinta y son muchos los que se cuestionan la posibilidad de seguir avanzando en una alianza estratégica que cada vez más aparece como un sueño imposible. No es sólo que América Latina llega más dividida que nunca a una cita como la presente, sino que resulta difícil establecer alianzas con quienes te descalifican por imperialista y depredador, o denuncian posibles invasiones europeas al suelo patrio, o reniegan simplemente de los valores occidentales y de la democracia representativa.

En los últimos años América Latina ha ocupado un lugar secundario en la atención europea. Por eso, ante la Cumbre ALCUE de Madrid, el principal objetivo de la presidencia española es volver a situar a América Latina en la agenda europea, una cuestión complicada y difícil de alcanzar en tiempos tan atribulados como los actuales, donde hay numerosas urgencias que atender, la mayoría de las cuales son muy distintas y distantes a los temas que ocuparán a los mandatarios presentes en la Cumbre.

Para relanzar la relación birregional la presidencia española se ha fijado otras metas, como avanzar de un modo considerable en la firma de Tratados de Asociación, bien sean bilaterales, caso de los acuerdos multipartes con Colombia o Perú, o bien subrregionales. Pese a la parálisis en la negociación con América Central, tras el golpe de estado de Honduras, las negociaciones se han reanudado y es bastante posible que se cierren antes de la Cumbre. La ocasión también servirá para anunciar solemnemente la reapertura de las negociaciones con Mercosur, estancadas durante bastante tiempo en lo que ha sido un largo y complicado proceso negociador.

El problema con Mercosur es el enquistamiento de las posiciones de ambos bloques y las rigideces que impedirán desbloquear algunos puntos álgidos del Acuerdo. Por ejemplo, los campesinos franceses, grandes beneficiarios de la PAC (Política Agraria Común) ya han mostrado su total oposición a la apertura de los mercados comunitarios a los productos agrícolas y ganaderos del Mercosur y han amenazado con hacer descarrilar las negociaciones. El problema no es menor.

La Cumbre se reúne bajo el lema “Hacia una nueva etapa de asociación bi-regional: innovación y tecnología para el desarrollo sostenible y la inclusión social”, aunque es muy probable que se incluyan otros temas en la agenda, bien de forma oficial o extraoficial. La forma y el modo en que se aborden esas cuestiones será el verdadero termómetro que permitirá medir el éxito o fracaso de la reunión, más allá de cuestiones meramente cuantitativas, como la presencia de jefes de estado o de gobierno, o el número de tratados que se cierren.

Habrá una serie de cuestiones que tensen las reuniones, como el problema de Cuba y el respeto a los derechos humanos en la isla, la cuestión hondureña o el cambio climático. Si bien la postura común europea frente a Cuba no saldrá a debate, puede ocurrir que algunos gobiernos europeos reclamen una mayor democratización en Cuba, una cuestión que será rechazada por sus pares latinoamericanos con el peregrino argumento de que se trata una injerencia en la vida de un país soberano.

Honduras será otro problema a seguir, especialmente después de que el secretario general de la OEA José Miguel Insulza recriminara a los países de Unasur, comenzando por Brasil, Ecuador y Argentina, haber amenazado con boicotear la Cumbre sin haber consultado con el resto de la región. Por último, la propuesta de Evo Morales de incluir una declaración en defensa de la Pacha Mama puede provocar fisuras y contradicciones en ambas partes.

La cuestión de fondo no es si la Cumbre se desarrollará por carriles pacíficos, ni si se habrán cumplido los objetivos y las metas fijadas por la presidencia española, sino si fue posible avanzar, y cuánto, en un diálogo birregional que cada día se muestra más complicado. Es obvio que las dificultades provienen de ambas partes, y que Europa no es sólo la solución, sino también parte del problema. En ese sentido habrá que ver qué lugar se reserva a América Latina en el conjunto de la política exterior europea, una tarea a cargo de Lady Ashton, y de la que todavía no tenemos las suficientes pistas de cómo va a resolverse.
 

Por Carlos Malamud  - Infolatam