La oficialista Laura Chinchilla encabeza los sondeos y aspira a convertirse el domingo en la primera mujer Jefe de Estado de este país centroamericano
Mil y una preguntas calientan el ambiente previo a las elecciones generales que celebrará Costa Rica este domingo y que podrían llevar al poder a una mujer por primera vez en su historia. La oficialista Laura Chinchilla llega a los comicios con una aparente ventaja que, sin embargo, podría resultarle insuficiente para triunfar en la primera vuelva e instalarse como garantía de continuidad del Gobierno dirigido por el presidente Óscar Arias y su hermano Rodrigo, ministro de la Presidencia.
Las encuestas disponibles acreditan a Chinchilla, candidata del Partido Liberación Nacional (PLN, de tendencia socialdemócrata) un apoyo apenas superior al 40% de los votos, el mínimo posible para evitar una segunda ronda, en la cual surgirían escenarios inciertos por las abismales diferencias de forma y fondo entre sus dos principales rivales. Otto Guevara (Movimiento Libertario, derecha) y Ottón Solís, del Partido Acción Ciudadana (PAC, centroizquierda) aparecen con empate técnico en la última encuesta publicada, tras una caída del primero por el cuestionamiento de su financiación electoral y la viabilidad de sus ideas, y por la curva ascendente del segundo tras los debates televisados.
Los dirigentes del PLN, apoyados por una compleja estructura organizativa y una cantidad de dinero superior a la de cualquier otro rival, admiten de manera privada la posibilidad de extender la campaña política dos meses más, hasta el propio Domingo de Resurrección, en lo que sería una elección atípica en este país de mayoría católica. A estas alturas, sólo la eficiencia de la maquinaria en la jornada electoral podría salvar al partido en el Gobierno de afrontar nuevos ataques y más desgaste, pues Chinchilla poseía más del 50% de apoyo en las encuestas de hace cuatro meses, pero ha caído de manera sostenida y ahora tiene en vilo a sus simpatizantes y al presidente Arias, un abierto promotor de la candidatura de quien fuera su vicepresidenta hasta 2008.
Chinchilla ha intentado hacer campaña desde la ventaja, con mensajes patrióticos, sin enfatizar demasiado su condición de mujer y con llamamientos a seguir adelante, su lema. También ha tratado de beneficiarse de la buena valoración que una parte de la población da al Gobierno de Arias e intenta lograr que el electorado crea en su propuesta de mano firme, pero inteligente contra la inseguridad ciudadana. En su contra lleva el lastre de parecer poco autónoma. Ésa fue la debilidad que el PAC le señaló en un corto publicitario, presentándola como una marioneta.
Muchos de sus simpatizantes se preguntan si Chinchilla gobernará de verdad. Sus detractores lo dan por descartado. Sus rivales aprovechan para bombardearla y forzar una segunda vuelta. La tendencia en intención de voto indica que el economista Ottón Solís, defensor del Estado y máximo predicador de la ética, podría ocupar el segundo lugar este domingo y ser entonces el rival de la oficialista en el caso de que ella no supere el umbral del 40%. Juega entonces el abstencionismo. A Chinchilla le convendría un diluvio que enfríe el entusiasmo electoral y el candidato del PAC reza para que cada uno de los 2,8 millones de electorales salga a votar. Una abstención como la de 2006 (34,8%) contribuiría a dejar a Solís vestido y alborotado como entonces, cuando quedó a 18.000 votos de Arias, quien triunfó en primera vuelta.
Al acecho está Otto Guevara, un atractivo abogado que ha debido moderar sus ideas libertarias para lograr la aceptación en una sociedad de desarrollo medio gracias al modelo de Estado garantista. Defensor de un cambio brusco e inmediato en la forma de gobernar, Guevara parece sufrir el efecto bumerán de su apariencia intrépida y directa, así como de los millonarios recursos procedentes de fuentes desconocidas y gastados en publicidad para construir un héroe mítico, como han admitido sus propios estrategas. Su estilo y propuestas populistas, sin embargo, cuentan con buen apoyo en algunos sectores bajo la línea de pobreza, donde se encuentra uno de cada cinco costarricenses.
Sin ninguna posibilidad de triunfo aparecen otros seis candidatos presidenciales, de los cuales dos ya han dado su apoyo a Ottón Solís.
Aunque en Costa Rica prima el sistema presidencialista, es en el Congreso donde se pueden lograr reformas sustanciales y por eso el PLN intenta consolidar el apoyo mostrado en las encuestas para erigirse como la principal bancada, frente a un marcado fraccionamiento de los partidos opositores.
Alvaro Murillo - El País - Madrid