A pesar de los esfuerzos por las autoridades venezolanas de esconder cifras sobre la inflación que campea incontenida y arrasa los flacos bolsillos de sus sufridos ciudadanos, los hechos diarios resultan incontrastables.
En efecto según varios informes de prensa la pérdida del valor de la moneda justamente está en sus propios billetes, que actualmente no alcanzan ni para pagar su propia falsificación.
Por ejemplo, en la zona universitaria de Caracas, una fotocopia doble faz a color cuesta 50 Bolívares, lo mismo que la segunda unidad de mayor denominación de billetes del país. El mayor es de 100.
En 2013 la inflación oficial venezolana fue 56,2% y en 2014 trepó a 68,5%, los datos más elevados a nivel mundial según el Banco Central de Venezuela. La incógnita radica en el período enero-abril, que todavía no se dio a conocer. El gobernador opositor Henrique Capriles afirma que sólo en los primeros cuatro meses del año ronda el 50%, según información que dice manejar de la entidad oficial.
Esto parece estar respaldado por informes de consultoras privadas con sede en Caracas las cuales estiman que durante enero fue 10% y que para todo el año se maneja un piso de 110% y un techo de 175%. La amplitud de la brecha radica en la escasa información disponible para realizar escenarios macroeconómicos.
En términos prácticos esto significa que la relación de precios por una canasta familiar básica alimentaria con el salario aún es contundente: se necesitan entre 3 y 4 sueldos mínimos (Bs./ 7309).
Ante la inestabilidad del Bolívar, los ciudadanos acuden al dólar, uno de los bienes que más escasean en la Venezuela actual. Hay tres tipos oficiales de cambio. El oficial, Bs./ 6,3 por dólar; el de subastas para empresas (Sicat), 12 y el de venta regular a ciudadanos (Simadi), 200. A esto hay que sumarte el blue o paralelo, a 318.
Dicho de otro modo, el billete de 100 bolívares (el de mayor denominación) equivale a U$S 0,5 contra el Simadi ó a U$S 0,31 si te toma el blue.
Debido a la caída en el precio internacional del petróleo y la prácticamente nula inversión extranjera directo, el país atraviesa una sequía de divisas que debe con la que debe hacer economía de guerra para cubrir las cuotas mínimas de importación de productos básicos.
En la economía venezolana casi todo lo que se puede adquirir en un supermercado es importado. Las estimaciones privadas hablan de una caída del 7% en el PBI para este año, que contribuye al ciclo de inestabilidad política.