Por Benjamín Fernandez Bogado - A 17 kilómetros al sur del lado este de las islas Falklands y a unos 40 minu¬tos de avión desde Puerto Stanley se encuentra uno de los santuarios más ecológicos más importantes a nivel mundial: la isla de los leones marinos (Sea Lion Island). Aquí es posible observar variedad y cantidad. Más de 250 mil pingüinos de tres especies diferentes viven en sus playas y acantilados y miles de leones y elefantes marinos pueblan sus riberas durante 5 meses para luego lanzarse al mar por otros 7. Todo en una isla de un kilómetro y medio de ancho por unos 12 de largo.
Más de 250 mil pingüinos de tres especies diferentes viven en sus playas y acantilados y miles de leones y elefantes marinos pueblan sus riberas durante 5 meses para luego lanzarse al mar por otros 7. Todo en una isla de un kilómetro y medio de ancho por unos 12 de largo.
Aquí tienen el hotel británico ubicado más al sur de todos conocido y es admi¬nistrado por una sociedad filantrópica al servicio del arrendatario del terreno donde un acogedor hotel recibe a visitantes intere¬sados en conocer en este verano singular especies a las que es posible acercarse y convivir de manera tan cercana que resulta por lo menos sorprendente. Una pareja de chilenos se encarga del día a día del Lodge, donde visitantes de todas partes del mundo están dispuestos a caminar y fotografiar pingüinos de varias especies que anidan en un ambiente tan tranquilo que solo es posible observar 3 vehículos, una huerta y un cementerio que aloja a una norteamericana enamorada del lugar cuyos descendientes pagan un monto para mantener el sitio en buenas condiciones.
Valor económico
La labor de preservación del ambiente natural es muy importante para los administradores de la isla, que reciben a miles de vi¬sitantes en condición de turistas para dedicarse a observar especies natura¬les en un ambiente absolutamente inusual. Rafael es un chileno de Quillota, quien junto con su esposa Paola son los encargados del acogedor hotelito y funge de guía para noso¬tros. No ha visto nunca a paraguayos por estas tierras y nos advierte del frío. Vive y trabaja 7 meses en esta isla para luego retor¬nar a su país por unos 5. Las actividades turísticas comienzan en setiembre y acaban a finales de abril. Nos da detalles del com¬portamiento de los pin¬güinos, cuya fidelidad es notable, apunta con cierta picardía.
‘‘Viven 20 años y una vez que eligen para su pareja es para toda la vida. Son capaces de nadar unos 200 kilómetros y traer la comi¬da para sus crías que nacen en este sitio en un pro¬medio que supera los 500 mil’’, nos comenta sobre la vida de esta ave que es posible localizarlo a lo lar¬go de toda la isla. Los hay de las especies conocidas como Rey, el Magallanes o el Rockhopper, que anidan diferentes sitios de esta pequeña isla.
Pero las grandes estrellas son los elefantes marinos. Bestias colosales de 4 me¬tros de altura y más de 5 toneladas de peso, que un número de más de 1.000 llegan a la isla en octubre para reproducirse. Unos 500 nacen en este sitio anualmente. Luego vuel¬ven a emigrar, pueden ser encontrados incluso en las costas del Brasil. Los singulares tussac, unas plantas que alcanzan un metro y medio, constitu¬yen un lugar de refugio de las cuevas donde anidan los pingüinos y son los que resguardan a los elefantes marinos. Hay un grupo de investigación liderado por un científico italiano y un par de alumnos que reali¬zan tareas de seguimiento de estos gigantes animales capaces de desplazarse de manera notablemente ágil en el mar.
Los leones marinos en cuyo nombre se ha deno¬minado la isla, ya casi no quedan por estos meses de febrero. Los machos retozan en sus playas no consumiendo nada y ali-mentándose de lo que han acumulado en mar en los siete meses que realizan esa labor. Las hembras han partido al igual que sus jó¬venes crías. El gran temor para ellos es que aparezca la Orca asesina que suele resultar una atracción tu¬rística en estas costas por¬que es posible observar su desplazamiento y su ritual de caza donde operan de manera asociada para ata¬car con ferocidad notable a los leones y a otras presas de similar volumen.
Tranquilidad
El avión del Gobierno hace un viaje por día a los visitantes que vienen de diferentes lugares. En el momento de esta visita compartimos con nor¬teamericanos, japoneses, ingleses y un brasileño de nombre Julio, quien había sido alto directivo de va¬rias empresas de alimentos en su país y que ahora ju¬bilado se dedica a retratar animales en estado salva¬je. Nos muestra sus últimas fotografías de Alaska y de Sea Lion Island con sumo placer. ‘‘He trabajado toda mi vida en corporaciones y ahora disfruto del placer de retratar especies como las que se encuentra en la isla’’, comenta con singular ánimo.
Hay cosas notables tam¬bién en esta pequeña isla aparte de lo descripto más arriba. Tienen una huerta orgánica la que puede ser la más austral de todas las conocidas. Aquí la adminis¬tradora del hotel cultiva en el verano especies como ra¬banito, lechuga, zanahoria, zucchini y papas que luego hacen parte del menú de los visitantes. Y observamos una cruz que rinde homena¬je a los 20 marinos muertos en el ataque misilero argen¬tino contra el navío inglés Sheffield que se hundió en estas aguas del Atlántico Sur el 4 de mayo de 1982.
La tranquilidad de esta isla aturde al visitante acos¬tumbrado a los ruidos de la vida cotidiana. Aquí la tran¬quilidad permite al visitante observar especies incluidas, el caracará nuestro, que aquí lo llaman sin el acento final y que realiza similares tareas que las que hace en nuestro país.
Millones de pingüinos, 70% de los albatros negros a nivel mundial y el 20% de los pingüinos rockhoppers son sólo algunos de los da¬tos de este lugar donde la naturaleza despliega sin temores las muestras de su riqueza a unos cuantos privilegiados que hemos tenido la ocasión de disfrutarlas.