La peor crisis política de la democracia española afronta 24 horas dramáticas en las que el presidente catalán Carles Puigdemont decidirá si cede a amenazas y apelaciones de derecha e izquierda, o declara la independencia como le exigen sus aliados. El último llamamiento a Puigdemont para que renuncie a la proclamación lo hizo la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, asegurando que esta pondría en peligro “la cohesión social”.