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El whisky de malta que el explorador Shackleton nunca pudo disfrutar

Lunes, 10 de abril de 2017 - 06:25 UTC
El whisky pertenecía a McKinley & Co, una de las empresas escocesas más importantes de finales de siglo XIX y había sido destilado entre 1896 y 1897. El whisky pertenecía a McKinley & Co, una de las empresas escocesas más importantes de finales de siglo XIX y había sido destilado entre 1896 y 1897.

El explorador Ernest Henry Shackleton (1874-1922) no pudo beberse las once botellas de whisky de malta que se había llevado en su viaje hacia el Polo Sur en 1907. Las tuvo que dejar abandonadas en 1909 en una caja escondida bajo una cabaña construida en la Antártida, estaban envueltas en papel y paja para protegerlas.

 El whisky pertenecía a McKinley & Co, una de las empresas escocesas más importantes de finales de siglo XIX y había sido destilado entre 1896 y 1897.

Este es el tesoro que desvelaron los científicos de la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico de la Antártida Neozelandesa, tras finalizar el proceso de descongelación de la caja en el Museo de Canterbury.

El hallazgo, una sorpresa para los amantes del whisky, posee además casi los mismos tintes de misterio que la famosa expedición que emprendió el explorador y que culminó en un estrepitoso fracaso.

Fue en 2006 cuando dos arqueólogos encontraron 25 cajas bajo la cabaña de Shackleton; en aquel momento, debido al espesor del hielo, fue imposible recuperarlas.

Recién las recuperaron en el año 2009, cuando los arqueólogos neozelandeses acudieron a su rescate. Tras emplear perforadoras especiales, a comienzos de febrero de 2010 lograron extraer siete cajas.

Vieron entonces que cinco de ellas tenían una etiqueta de whisky de malta escocés y dos de brandy. Este tesoro alcohólico formaba parte de los regalos recibidos por la expedición de parte de sus patrocinadores privados, como dijo el jefe de los arqueólogos.

El director de la expedición Al Fastier, al inicio de la misión, dudaba porqué lo abandonaron allí mientras esperaban a ser rescatados y decía “forma parte del misterio y probablemente no lo sepamos nunca”.

El contenido de las 11 botellas de whisky encontradas en una de las cajas y estaba en perfecto estado. Para su análisis, aparte de constatar que había líquido en su interior y no sólo contenido helado, se sacaron muestras con jeringuillas a través del tapón de corcho.

Con este resultado, los científicos consiguieron la sonrisa que Shackleton perdió cuando tuvo que dejar atrás su deseo de pisar el Polo Sur. La cuestión es qué sucederá ahora con este whisky, una mezcla tan añeja que ya ha desaparecido de las destilerías.

La marca escocesa Whyte and Mackay, había solicitado hacer las muestras para poder replicar la antigua receta que acompañó a los hombres de Shackleton, y se han mostrado muy esperanzados con el hecho de que haya restos de suficiente alcohol y que este se encuentre en condiciones para poder reelaborar la mezcla y que todos la compartamos.

Los científicos tenían que certificar si el whisky hallado en la Antártida después de cien años se puede beber o no, pero desde la Sociedad para la Conservación del Patrimonio Histórico señalaron que esa no es su intención, sino la conservación.

La portavoz del Museo de Canterbury, Lizzy Meek, había manifestado que antes del proceso de descongelación de la caja, si el whisky se congela alrededor de los 50 grados bajo cero, era probable que sea apto para su consumo.

En cualquier caso, estas 11 botellas, que seguramente tendrían un precio sólo al alcance de millonarios, no llegarán al mercado. Ahora pertenecen a las autoridades neozelandesas, que deberán devolverlas al lugar en el que fueron halladas, como obliga el Tratado Antártico, respecto a la preservación histórica.

Shackleton había emprendido una de las expediciones más alucinantes del siglo XX y marcó el rumbo a los que años más tarde se llevaron la gloria, pero lo que no sabía nadie, era que viajaba tan bien acompañado.