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Cameron confirma en Bruselas que no aceptará 'un mal acuerdo', aunque signifique dejar la UE

Viernes, 19 de febrero de 2016 - 05:41 UTC
”Si podemos tener un buen acuerdo lo tomaremos, pero no me quedaré con un acuerdo que no responda a las necesidades” de Gran Bretaña, dijo Cameron ”Si podemos tener un buen acuerdo lo tomaremos, pero no me quedaré con un acuerdo que no responda a las necesidades” de Gran Bretaña, dijo Cameron
El acuerdo “es posible”, dijo el presidente Hollande, pero sólo “si se reúnen ciertas condiciones”, entre ellas que “no se impida a Europa avanzar” en su construcción. El acuerdo “es posible”, dijo el presidente Hollande, pero sólo “si se reúnen ciertas condiciones”, entre ellas que “no se impida a Europa avanzar” en su construcción.

El primer ministro británico David Cameron, dijo en Bruselas que no aceptará un mal acuerdo en la cumbre para evitar la salida del Reino Unido de la Unión Europea, pero el presidente francés, François Hollande, ya avisó que no se harán excepciones.

 ”Si podemos tener un buen acuerdo lo tomaremos, pero no me quedaré con un acuerdo que no responda a las necesidades” de Gran Bretaña, dijo Cameron a la prensa al llegar a la cumbre europea.

Los 28 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea se reunieron este jueves y continuarán mañana viernes en una cumbre, presentada como “decisiva”, para negociar un acuerdo con Londres que le permita a Cameron convencer a sus electores de que voten a favor de la permanencia en el bloque en el referéndum que prometió organizar.

El acuerdo “es posible”, dijo el presidente francés, François Hollande, pero sólo “si se reúnen ciertas condiciones”, entre ellas que “no se impida a Europa avanzar” en su construcción.

Cameron, presionado por el ala euroescéptica de su partido y las formaciones antieuropeas, prometió organizar un referendo y pidió reformas a sus 27 socios de la UE que no suscitan unanimidad. De no alcanzarse un acuerdo, Cameron dijo que todo es posible, incluso que su país sea el primero en abandonar la UE.

El primer ministro británico busca salir airoso de esta cita con sus homólogos para organizar en unos meses el prometido referendo, posiblemente en junio. Con esa perspectiva, presentó sus peticiones en noviembre. A principios de febrero, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, hizo una serie de propuestas que fueron negociadas entre los miembros del bloque y sirven de base de discusión en esta cumbre.

Entre las demandas, pidió, para preservar los intereses de la ’City’, que los países que no usan el Euro no se vean afectados por las decisiones de los 19 países que lo comparten.

Bruselas propuso salvaguardas a Londres, pero París sostiene que ningún país puede tener derecho a veto sobre una mayor integración de la unión económica, secundado en esto por Bélgica, cuyo primer ministro, Charles Michel, repitió este jueves que el Reino Unidos debe quedarse en la UE “pero no al precio de un desmantelamiento del proyecto europeo”.

Cameron pidió además poder limitar las ayudas sociales a los extranjeros en el Reino Unido, su reclamo más controvertido, con el que busca frenar la inmigración europea. Esto provocó encendidas críticas en todo el bloque, en particular en el Este, origen de la mayoría de los inmigrantes europeos del Reino Unido, donde las tacharon de discriminatorias.

Ante eso, Cameron recibió el crucial apoyo de la canciller alemana, Angela Merkel, que consideró la mayoría de sus peticiones “justificadas”.

Al llegar a la cumbre, Merkel expresó su voluntad de “hacer todo lo posible para crear las condiciones para que el Reino Unido se quede en la UE”. Por su parte, la presidenta lituana Dalia Grybauskaite se mostró confiada: “todo el mundo hará su drama, y entonces llegaremos a un acuerdo”.

Desde que Tusk hizo las propuestas, los diferentes protagonistas multiplicaron sus consultas así como los viajes para intentar obtener apoyos y limar las diferencias antes de la cumbre.

Este jueves al llegar a la cumbre, Tusk consideró el cónclave como “decisivo” y subrayó que las negociaciones son “aún muy difíciles y sensibles”. El último borrador que circulaba, un documento de 18 páginas utilizado como base de negociación, aún contiene varios párrafos entre paréntesis, es decir, aún por resolver.

Los reclamos reflejan la tradicional visión de Londres de lo que debería ser la Unión Europea —un gran mercado abierto— frente a los países que quieren hacer del bloque una unión más política.