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Policía de Rio admite que falta mucho para hacerse de zonas controladas por los narcos

Jueves, 24 de abril de 2014 - 10:03 UTC
La muerte de un bailarín de O'Globo despertó una furiosa reacción de la población de dos favelas próximas a Copacabana La muerte de un bailarín de O'Globo despertó una furiosa reacción de la población de dos favelas próximas a Copacabana
El coronel Caldas coordinador de las UPP en las favelas admite 'grandes desafíos' El coronel Caldas coordinador de las UPP en las favelas admite 'grandes desafíos'

Las protestas por el asesinato “por error” de un joven bailarín en Río de Janeiro terminaron con la vida de otra persona debido a una bala policial, en tanto crece la preocupación por la seguridad ante la inminencia del inicio de la Copa del Mundo, ya que las fuerzas del orden admiten que no controlan áreas de la 'ciudad maravillosa', una de las principales sedes del evento.

 La seguridad fue reforzada el miércoles en Copacabana e Ipanema, dos de los barrios más turísticos de Río de Janeiro, al día siguiente de enfrentamientos violentos entre residentes de dos favelas cercanas y policías que dejaron dos muertos a 50 días del Mundial en Brasil.

La violencia en una de las zonas más ricas y turísticas de la ciudad despierta dudas sobre la capacidad de las autoridades para garantizar la seguridad de cientos de miles de personas que visitarán Río durante la Copa del Mundo, entre el 12 de junio y el 13 de julio. Pero también sobre el éxito de la estrategia de “pacificación” de favelas impulsada por el Gobierno, señalan expertos.

Decenas de policías militares, entre ellos integrantes del Batallón de Operaciones Especiales (Bope), patrullaban este miércoles los accesos y la favela Pavao-Pavaozinho, “pacificada” desde 2009 y ubicada entre los barrios Copacabana e Ipanema.

Tras la violencia del martes, el clima era de aparente calma en la zona durante este feriado por San Jorge, patrón de ladrones, policías y portadores de armas de fuego y muy venerado en Río.

Surfistas bajaban a la playa con sus tablas, caminando entre policías de élite fuertemente armados y decenas de basureros que limpiaban los restos de las barricadas que ardieron durante horas en los accesos a la favela.

El martes al anochecer, la muerte violenta del bailarín de TV Globo Douglas Rafael da Silva Pereira, de 25 años, presuntamente a manos de la policía en la favela Pavao-Pavaozinho, desató la rebelión de decenas de jóvenes, que descendieron la colina hasta Copacabana e Ipanema y fueron confrontados con disparos de armas de fuego, bombas de ruido y gas pimienta por las fuerzas del orden.

“La policía disparaba balas de verdad y los habitantes se protegían como podían, tirando piedras y botellas, con cajones de madera”, narró un testigo de las protestas en TV Globo.

Como resultado de la balacera un deficiente mental de 27 años recibió un balazo en la cabeza y perdió la vida durante las protestas por la muerte del bailarín. “Murió tras recibir un disparo en la cara. Estaba desarmado, al igual que el resto de la comunidad que se manifestaba”, dijo Alexandre Cicconelo, asesor de derechos humanos de Amnistía Internacional Brasil que sigue el caso.

La policía dijo, el martes por la noche, que el bailarín fue hallado muerto y que sus heridas indicaban que podría haber sufrido “una caída”. Pero el informe forense al que accedió el asesor de Amnistía señala que su muerte fue causada por una “hemorragia interna a raíz de una laceración pulmonar” causada por una herida perforante de tórax, que podría haber sido por un disparo.

La violencia comenzó ”con manifestaciones violentísimas por parte de residentes (de la favela) ciertamente alentados por marginales, lo cual culminó con escenas de violencia, depredación, objetos quemados, coches quemados”, dijo el coronel Federico Caldas, coordinador general de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP) de Río, como se denomina a las comisarías instaladas desde 2008 en decenas de favelas.

Para el asesor de Amnistía Internacional sin embargo, “hay muchos indicios de que la muerte de Douglas fue causada por la policía”. “No sabemos aún lo que pasó, pero hubo intentos de alterar la escena del crimen, y parece que lavaron el cuerpo”, añadió.

”Estamos muy lejos de alcanzar el ideal de que la comunidad se sienta protegida por la policía. El objetivo de las autoridades de recuperar el control del territorio (en manos de narcotraficantes o milicianos) está en entredicho en algunas favelas”, admitió Ignacio Cano, del Laboratorio de la Violencia de la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ).

En los últimos meses, la estrategia de “pacificación” de los gobiernos del estado y federal han sido puestas a prueba por una serie de ataques de narcotraficantes a varias UPP, así como por la propia violencia policial, con denuncias de torturas y asesinatos de habitantes de favelas cometidos por las propias fuerzas del orden.

Para Cano, las UPP en algunas favelas han funcionado bien, mientras que en otras, como el Complexo do Alemao o partes de Rocinha, el Estado no ha podido asumir el control del territorio. La policía reconoce el desafío y no niega que el narcotráfico persiste.

“La política de la UPP ha cambiado la cara de Río”, aunque en muchas favelas como Pavao-Pavaozinho “existen desafíos muy grandes, ya que la venta de droga aún es muy lucrativa y la demanda sólo aumenta” en Brasil, primer consumidor mundial de crack y segundo de cocaína, sostuvo el coronel Caldas.

Categorías: Política, Brasil.